Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

Preguntas y Respuestas

Sobre la salvación (Soteriología)

 

¿Tuvieron Adán y Eva acceso al sacrificio redentor de Cristo?

Versión 29-01-2011

 

Carlos Aracil Orts

1.  Introducción*

Queridos amigos Armando y Manuel, también yo siento que no estemos de acuerdo en este tema referente a si Adán y Eva tuvieron “acceso a los beneficios del sacrificio redentor de Cristo”. No obstante, a fin de que nuestros respectivos lectores puedan entender a qué nos estamos refiriendo, explicaré brevemente en qué consisten nuestras divergencias.

Por mi parte, sostengo que Adán y Eva, a pesar de que, libremente, con albedrío perfecto, cometieron el grave pecado de desobediencia, deslealtad, desconfianza y rebelión hacia Dios, sabiendo que su transgresión a su voluntad, estaba penada con la muerte, pues así lo aseguró Él, en Génesis 2:17: “…ciertamente morirás.”, aun con todo esto, recibieron de Dios la oportunidad para que se arrepintieran y se aferraran al sacrificio vicario de Cristo por cuya muerte, en  lugar de las suyas, recibirían vida eterna mediante la resurrección en el día de la segunda venida de Jesús. Y, además, que esa promesa de Dios a la Primera Pareja humana es anunciada, de manera aún algo difusa y embrionaria en el pasaje bíblico de Génesis 3:15.

Vuestra posición es totalmente opuesta a esta premisa que acabo de exponer. Es decir, afirmáis que, puesto que Adán y Eva fueron creados directamente por Dios y eran criaturas perfectas, sin las tendencias pecaminosas hacia el mal que tenemos el resto de los seres humanos, y siendo que, a diferencia del resto de los humanos, habían visto y hablado con Dios personalmente, y por ser responsables de todo el mal, sufrimiento y muerte que por su transgresión acarrearon a sus descendientes, no sería justo que el Creador, por misericordioso que sea, les conceda la oportunidad de que, mediante su arrepentimiento y fe en el futuro Salvador, sean salvos para vida eterna.

Aclaradas y puestas sobre la mesa nuestras posturas enfrentadas, pasaremos en el cuerpo de este estudio a exponer vuestros argumentos y textos bíblicos y los míos a fin de apoyar y defender los respectivos puntos de vista.

2. Antecedentes

Necesariamente he de citar aquí el anterior correo que te envié en el que pretendí dar respuesta al interrogante que ahora nos vuelve a ocupar, y sobre el cual ahora me contestáis alegando que no encontráis que guarde relación mi respuesta con la reflexión que me hacíais vosotros.

Vuestras amables reflexiones se referían a mi artículo titulado: “¿Qué tipo de pecado cometieron Adán y Eva?”. En concreto os referís al siguiente párrafo que corresponde a la conclusión del mismo:

Por supuesto que Adán y Eva y todos sus descendientes tuvieron una segunda oportunidad. La misma que tiene el resto de la Humanidad en todas las épocas. Consiste en reconocer los errores cometidos y arrepentirse de ellos, acogiéndose a la muerte sustitutoria de Cristo. Él murió para que vivamos por Él. Nada más pecar, Adán y Eva recibieron la promesa de Dios de que obtendrían la victoria sobre el pecado y el mal a través de Jesucristo: la simiente de la mujer (Génesis 3:15), es decir su descendencia, que es Cristo (Gálatas 3:16) heriría en la cabeza a la serpiente, es decir a Satanás (Apocalipsis 12:9; 20:2), abriendo el camino al cielo por Jesús, el camino, la verdad y la vida (Juan 14:6; Hebreos 10:20).”

Y me manifestabais que no tenéis tan claro que nuestros primeros padres (Adán y Eva) hayan tenido “acceso a los beneficios del sacrificio redentor de Cristo”. Al parecer, por el momento y antes de empezar a discutir el tema, sólo deseabais aseguraros de haber entendido correctamente la cita de mi artículo transcrita arriba. A lo que os respondí, sencillamente, que estaba seguro de que la habíais entendido “a las mil maravillas”.

3. ¿Contiene Génesis 3:15 la promesa de victoria sobre el diablo?

Aunque no me lo solicitabais, intuí que queríais que os aclarara en qué me baso para afirmar que “Nada más pecar, Adán y Eva recibieron la promesa de Dios de que obtendrían la victoria sobre el pecado y el mal a través de Jesucristo: la simiente de la mujer (Génesis 3:15).

Génesis 3:15: Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.

En realidad, se trata de una deducción lógica que parte de este versículo de Génesis 3:15, que no negamos que es algo oscuro. Sin embargo, casi todos los eruditos concuerdan en llamarle el “Protoenvangelio”. Me remito al comentario de Génesis 3:15 que hace la Biblia de Jerusalén, 1998:

“Este versículo, conocido como “Protoenvangelio” o primer anuncio, afirma la aversión radical entre la serpiente y la humanidad, pero deja entrever la superioridad y la victoria final de ésta.”

Vosotros, estimados Armando y, supongo, que también Manuel, me habéis respondido, con mucha lógica, aprovechando que yo mismo había debilitado mi argumento anterior, reconociendo una aparente oscuridad del texto de Génesis 3:15. Estas son vuestras palabras:

“Y es que no parece lógico, contrario a lo que tú afirmas, sacar semejante deducción de un pasaje del que ya se parte de la premisa de que es “algo oscuro” y prescindiendo de lo que determinada traducción de las Escrituras comente acerca del mismo. Más bien lo que habría que hacer, es analizar el texto a la luz del contexto general del registro sagrado y a partir de ahí, sí sacar los oportunas conclusiones” (Armando y Manuel).

Tenéis toda la razón. Por eso voy a haceros caso, y a proceder a analizar el citado pasaje a la luz de su contexto bíblico, y también a enmendarme a mi mismo, tratando de devolver a éste versículo toda la claridad y profundidad que merece.

Con respecto al calificativo que di al texto de Génesis 3:15 de ser “algo oscuro”, puede proceder de alguna opinión recibida de otros autores de la que haya querido hacerme eco, o bien, sólo ser una impresión subjetiva mía, pero que no se corresponde con la realidad. En cualquier caso, el texto está en la Santa Biblia, y por tanto es tan inspirado por el Espíritu Santo como el resto. Si no lo entendemos no le debemos dar la culpa al versículo sino a nuestra falta de sabiduría.

Por otro lado, mostraros mi pesar por si mi expresión “algo oscuro” aplicada a este importante versículo, haya podido influenciaros negativamente y ser la causa de que ahora minusvaloréis la importancia y trascendencia de este singular pasaje. Por tanto, ruego me disculpéis por haberos dado pie a que por ese motivo, luego rechazarais toda mi argumentación e interpretación del mismo.

Debo, pues, tratar de explicar mi entendimiento de Génesis 3:15. Para ello nada mejor, que estudiar esta declaración, hecha por Dios mismo, a quién la dirige, y el contexto en el que la realiza. Ésta es la primera regla de buena interpretación.

El escenario es el jardín del Edén, momentos después de que Adán y Eva consumaran su rebelión contra Dios. “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.” (Génesis 3:7). No solamente se había producido el fin de su inocente y armoniosa relación como pareja sino también su estado de justicia, armonía y comunión con Dios.

La muerte espiritual, que consiste en enemistad hacia Dios y pérdida de la justicia ya era un hecho. La muerte física se produciría novecientos treinta años después de forma natural (Génesis 5:5). Es decir, murieron de viejos, como muere un porcentaje altísimo de personas en todo este planeta. La única diferencia estriba en su sorprendente longevidad comparada con los setenta u ochenta años que suele ser la media que se ha mantenido a lo largo de la historia de la humanidad (Salmo 90:10), exceptuando ese primer periodo cercano al inicio de la Creación.

Aunque sabemos poco con respecto a este periodo, no es difícil imaginar que las razones para esa exuberante longevidad proceden de que Dios creó a la primera pareja humana con el potencial de energía vital que le permitiera vivir eternamente. Luego, debido al deterioro provocado por el pecado que contaminó no sólo a los seres vivientes sino a toda la naturaleza, vino la decadencia de la raza humana tras miles de años de degeneración progresiva física y moral. La verdadera muerte de Adán y Eva fue la que ocurrió nada más pecar, su muerte física sólo fue una consecuencia de la degradación a la que conduce el pecado. Lo que queremos hacer notar es que su muerte no difiere en nada de la de cualquier otro ser humano. Por lo que creemos que su resurrección a vida o a juicio (Juan 5:29) dependerá de la relación que hayan cultivado con Dios mientras vivieron. Por tanto, me pregunto, si no iba a servir de nada el que se arrepintieran de la maldad que cometieron ¿Por qué iba Dios a esperar 930 años para ejecutar su condena a muerte?

Cierto que Adán y Eva cometieron el grave pecado de creer a Satanás, la serpiente antigua (Apocalipsis 12:9; 20:2), antes que al Autor de la vida y Padre celestial. Sin embargo, no podemos equiparar o poner al mismo nivel a las criaturas humanas, hechas de carne y huesos con las también criaturas de Dios, que conocemos como ángeles, que son completamente espirituales (Lucas 24:39), seres inmateriales, hechos de una sustancia invisible y desconocida para el hombre. Éstos son superiores a los humanos en todos los aspectos. Además ellos no fueron seducidos por nadie, por tanto, su responsabilidad ante Dios es mucho mayor que la de los seres humanos más vulnerables, y que se dejaron engañar por el príncipe de los ángeles que les habló utilizando una serpiente como médium (Génesis 3:1-5).

Por lo cual, las Sagradas Escrituras, afirman tajantemente “Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno1 los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio;” (2ª Pedro 2:4). Es decir, en este caso, Dios, expresamente, mediante su Palabra inspirada, nos dice que a ellos, “los ángeles que pecaron” no les perdonó, o lo que es lo mismo, que ellos nunca tendrán la oportunidad de arrepentirse y ser perdonados. ¿Por qué pensar que Adán y Eva seguirán el mismo destino que Satanás y sus ángeles, es decir la destrucción eterna en el día del juicio final?

Puesto que es evidente la superioridad de las criaturas celestiales, que son seres espirituales dotados de gran inteligencia y poder, con respecto a Adán y Eva, seres humanos, inferiores en todos los aspectos por naturaleza, hechos de carne y hueso, no podemos inferir, por tanto, que a éstos les corresponda el mismo destino que sufrirán aquéllos. Máxime cuando la Palabra de Dios, que yo sepa, no afirma nada al respecto sino que por el contrario da entender que la Primera Pareja tuvo la misma oportunidad de redención que sus descendientes.

Después de esta argumentación, nos trasladamos de nuevo al huerto del Edén, donde Adán y Eva, como niños cogidos en una travesura, tratan de esconderse de Dios que les llama para demandarles razón de lo que habían hecho. Ellos, como también todos nosotros hacemos, trataron de justificarse; Adán culpando a Eva “la mujer que me diste por compañera […].” (Génesis 3:12). Y Eva echa la culpa a la serpiente: “…Y dijo la mujer: La serpiente me engañó y comí.” (Génesis 3:13). Ambos, en lugar de reconocer su culpa y responsabilidad en el acto libre que realizaron, puesto que no hubo ninguna coacción interna o externa, indirectamente y sutilmente responsabilizan a Dios. Adán porque Dios le dio una compañera que le hizo pecar, y Eva porque Dios creó una serpiente que fue capaz de seducirla y engañarla.

Pues bien, después de que Dios les pidiera explicaciones de sus actos, primero a Adán (Génesis 3:11,12) y luego a Eva: “Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó y comí.” (Génesis 3:13), en ese momento, cuando era de esperar que Dios emitiera una solemne condenación, o por lo menos, un “ya os lo advertí lo que podría pasar”, contraria y sorprendentemente, Él se dirige a la serpiente, la maldice, y le anuncia: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. (Génesis 3:15). ¿Comprendemos mejor ahora la profundidad de este versículo? Realmente todo esto se cumple en el Evangelio de nuestro Señor Jesús. La serpiente, que simboliza al diablo, Satanás (Ap. 12:9; 20:2) será eterna enemiga de la mujer que simboliza a la iglesia, y también a la madre del Mesías (Gálatas 4:4). La simiente de la serpiente es todos los hijos del diablo (Juan 8:44) que lo prefieren a él en lugar de a Dios y a su Hijo.

La simiente o descendencia de la mujer que lograría la victoria contra la serpiente ¿quién puede ser sino el Mesías Jesús? ¿No es esta misma simiente la que Dios prometió a Abraham por la que serían benditas todas las naciones de la Tierra? (Génesis 22:18; ver también Génesis 12:3; Cf. Gálatas 3:16).

Génesis 22:18: En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.
Gálatas 3:16: Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.

¿No fue Jesucristo el que venció en la cruz a la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás (Apocalipsis 12:9; 20:2).? Él le aplastó la cabeza y ella (la serpiente) le hirió en el calcañar (talón). La muerte de Cristo supuso el aplastamiento de la cabeza de la serpiente o sea la victoria sobre Satanás y el pecado. La herida de Cristo en el talón fue todo lo que tuvo que sufrir para salvarnos, representado en la traición de Judas, uno de sus discípulos (Juan 13:18; Salmo 41:9).

Puesto que nadie más que Jesús podía obtener la victoria sobre el diablo, el pecado y la muerte, no es arriesgado deducir que la simiente o descendencia de la mujer de Génesis 3:15, y Génesis 22:18 son la misma, y ambas se refieren a Cristo, como desvela el apóstol Pablo en Gálatas 3:16.

¿Por qué Adán y Eva, al igual que toda la humanidad anterior a Cristo, no habrían de poder acogerse a los beneficios de la redención en Cristo Jesús? ¿No sería eso una discriminación por parte de Dios? ¿Por medio de quien se iban a salvar entonces?

Espero haber podido aclarar algo este tema, y que este estudio os sea útil para seguir reflexionando.

4. Conclusión

En este apartado final, voy a tratar de argumentar las respuestas que dais a mis anteriores preguntas:

1ª “¿Por qué Adán y Eva, al igual que toda la humanidad anterior a Cristo, no habrían de poder acogerse a los beneficios de la redención en Cristo Jesús?

“Pues porque ellos y a diferencia de sus descendientes, ya bajo la influencia del pecado heredado, pecaron voluntariamente contra su Creador, ya que eran perfectos y por tanto, responsables directos de sus actos (Armando y Manuel).

De la misma manera que hubo pecado voluntario también puede haber arrepentimiento libre y verdadero. Dios afirmó en 2ª Pedro 2:4, que “…no perdonó a los ángeles que pecaron..”, pero en ningún lugar de la Palabra de Dios dice que Adán y Eva correrían el mismo destino. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar los juicios de Dios sobre sus criaturas humanas y celestiales? Que su pecado haya sido realizado desde un libre albedrío perfecto, no impide que puedan arrepentirse verdaderamente y acogerse a los beneficios de la redención de Cristo. Pues Él recibió la muerte segunda que les correspondía tanto a ellos como al resto de la humanidad.

Por el pecado de Adán y Eva, vino la muerte a ellos mismos y a toda la humanidad; pero esta muerte no es eterna ni definitiva. Pues Dios ha establecido su plan de salvación consistente en que “el alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:20), pero el que se arrepiente de su pecado, y se convierte, será salvo porque Cristo murió por todos sus pecados cometidos y arrepentidos y confesados.

Ezequiel 18:20: El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él.”
Ezequiel 18:30-32: “Por tanto, yo os juzgaré a cada uno según sus caminos, oh casa de Israel, dice Jehová el Señor. Convertíos, y apartaos de todas vuestras transgresiones, y no os será la iniquidad causa de ruina. 31 Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué moriréis, casa de Israel? 32 Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis.”

¿No sería eso una discriminación por parte de Dios, (que Él no les diera la oportunidad de arrepentirse y de salvarse como hizo con los ángeles malvados que se rebelaron contra Dios)?

“No Carlos, lo discriminatorio sería lo contrario: que se concediera el mismo beneficio de una nueva oportunidad, tanto al causante del mal causado, como a la victima (sus descendientes) del citado mal. Jehová, Carlos, es un Dios de justicia y tú sabrás muy bien que el sentido etimológico de la palabra justicia, significa dar a cada uno lo que se merece y que nuestro diccionario de la RAE, vierte de esta manera: “Una de las cuatro virtudes cardinales, que inclina a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece.” Luego no actuar así, es lo que sería discriminatorio e injusto, algo inconcebible en nuestro Creador (Armando y Manuel).

Bien, ésa es vuestra opinión que yo respeto, pero que no puedo compartir. Los obreros de la viña, que recibieron un denario por trabajar la jornada entera, también consideraron discriminatorio que, los que habían empezado a trabajar a la hora undécima, recibieran también un denario, cuando habían trabajado una sola hora, y ellos en cambio, habían soportado la carga y el calor de todo el día. ¿Qué les dijo el señor de la viña?: “¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno? (Mateo 20:1-16).

¿Por medio de quien se iban a salvar entonces?

“Pero yo te pregunto ¿por qué tendrían que ser salvados? Porque vamos a ver Carlos ¿cuál fue el precio que Jehová exigía por la desobediencia, según le fue comunicado a Adán? Veamos: “(Armando y Manuel).

Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás.” (Gén. 2:17).

Te respondo: porque Dios es misericordioso y también justo. Pero su justicia se realiza en su Hijo, Jesucristo (Romanos 3:22). Es decir, Cristo recibe la muerte que nos corresponde a nosotros pecadores, y también la que merecían Adán y Eva. ¿O acaso el sacrificio infinito del Hijo de Dios no es suficiente para reparar el pecado de la primera pareja? No nos atañe a nosotros saber si ellos se salvaron, puesto que eso sólo le concierne a Dios. Sin embargo, el requerimiento de Él es el mismo para todos los pecadores, incluidos Adán y Eva: el arrepentimiento y la conversión, la reconciliación con Dios.

“¿Y tú afirmarías que esa muerte a la que se castigó a Adán, tenía resurrección?” (Armando y Manuel).

La muerte de Adán y Eva no difiere en nada de la muerte de cualquier otro ser humano caído. “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23). Siendo ellos los padres de la humanidad tenían el mismo derecho que sus descendientes, pues eran seres humanos caídos e igualmente pecadores, y Jesús no vino “a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.” (Lucas 5:31)

“Es que de lo contrario y puesto que la muerte en el ser humano (siempre exceptuando la muerte causada por el castigo divino), no es más que una circunstancia transitoria hasta el momento de la resurrección, resultaría que a Adán no se le castigó realmente con la pérdida de nada y que en consecuencia, Jehová no cumplió con su palabra, ya que aquél podría volver a la vida.” (Armando y Manuel).

¿Cómo puedes decir que si Adán y Eva son resucitados a vida en el día del juicio no habrían perdido nada? En primer lugar, perdieron el paraíso terrenal y todo lo que eso conllevaba de bienestar y armonía con Dios y ausencia de pecado. Por su pecado, pronto tuvieron que sufrir las consecuencias de su propia maldad, uno de sus hijos, Caín mata a su hermano Abel. ¿No fue durísima esa experiencia suya, de vivir en un mundo hermoso y en paz, y cambiar, por su propia culpa, a otro inhóspito y cruel, y eso durante novecientos treinta años? Si a nosotros, que vivimos escasamente, el que más cien años, la vida resulta tan dura que deseamos la muerte, ¿cuán penoso no les resultaría a ellos vivir tanto tiempo? Además, ¿hubieran ellos podido soportar vivir tantos años sin esperanza alguna de salvación, caminando hacia la muerte día a día y con el remordimiento tremendo de ser los causantes de la gran tragedia de la entrada del mal, el pecado, el sufrimiento y la muerte en este planeta?

“¿Y alguien puede ser capaz de mostrar con la Biblia, que las personas muertas como causa de un castigo de Jehová, volverán a la vida? Porque si eso fuera así, en el caso de un hombre perfecto como Adán, cuanto más en el caso de los habitantes de Sodoma y Gomorra y en los que la imperfección humana evidentemente sería un atenuante; sin embargo, fíjate en cómo acabó el asunto:"

‘Así también Sodoma y Gomorra y las ciudades circunvecinas, después que ellas de la misma manera como los anteriores hubieron cometido fornicación con exceso e ido en pos de la carne para uso contranatural,  son puestas delante de nosotros como ejemplo amonestador al sufrir el castigo judicial de fuego eterno.’ (Judas 7).

“Luego ¿nos atreveríamos a decir que estas personas serán resucitadas? Judas es claro al mencionar “fuego eterno” y que evidentemente, es sinónimo de destrucción eterna: no hay posible resurrección para esa muerte, de lo contrario sería cualquier cosa menos eterna.” (Armando y Manuel).

Querido Armando, no puedes comparar de ninguna manera a Adán y Eva con los habitantes de Sodoma y Gomorra que estaban completamente corrompidos y depravados, y además está muy claro que no se arrepintieron, pues era tanta su maldad, como la de los antidiluvianos, que fueron ejecutados con el diluvio, y aquéllos con fuego, como símbolo de lo que ocurrirá al final del mundo con todos los impíos y desobedientes a la Palabra de Dios. Todos éstos resucitarán para condenación, o juicio, como dicen otras versiones de la Biblia (Juan 5:28,29). Parece que olvidas, que hay una resurrección de justos para vida eterna, y otra para los malvados pero cuyo destino es el juicio y luego la destrucción eterna, como bien dices (Hechos 24:15).

“De todas formas Carlos, no olvides por favor, que parto desde el desconocimiento de la relación entre el tema de las descendencias, que me mencionas y el volver a la vida de la primera pareja humana. Pero lo que si tengo claro, querido Carlos, es que no hay en absoluto en las Escrituras, ningún lugar en el que se diga que a Adán le fue hecha una promesa en el sentido de que obtendrían una victoria sobre la muerte (o el pecado que la provoca) y lo cual, solo se podría sustanciar en una resurrección. Y es que Jehová fue clarísimo: “si pecas…… morirás.”, por lo que apuntar siquiera lo contrario, sería negar la afirmación del Altísimo.

De todas maneras, me gustaría que me pudieras indicar algún artículo en el que hables más extensamente acerca del tema de las descendencias y a ver si llego a entender correctamente tu punto de vista. Mientras tanto y para que vayas viendo que es lo que pretendo decir y como lo sustento bíblicamente (y si el tiempo te lo permite), me atrevería a sugerirte la consideración de un artículo que publicamos el día 16 de Febrero de 2.010, titulado: ¿Resucitarán todos los muertos?” y que como te digo, en el mismo hallarás las pruebas bíblicas que creo apoyan mi afirmación.” (Armando y Manuel)

Con respecto a tu segura y tajante afirmación:

“no hay en absoluto en las Escrituras, ningún lugar en el que se diga que a Adán le fue hecha una promesa en el sentido de que obtendrían una victoria sobre la muerte (o el pecado que la provoca) y lo cual, solo se podría sustanciar en una resurrección.” (Armando y Manuel).

Sin duda que una declaración enunciada con esas palabras y la claridad con la que tú lo expresas, no existe en las Sagradas Escrituras, ni esperes encontrarla. Sin embargo, casi todos los eruditos coinciden en interpretar este versículo de Génesis 3:15, como el Protoenvangelio, pues es una promesa de la victoria sobre el pecado, la muerte y el diablo que obtendría la humanidad incluidos Adán y Eva, mediante la descendencia de la mujer, la cual es Cristo (Gálatas 3:16). Por lo demás, está claro que la muerte sólo se puede solucionar mediante la resurrección de vida, y ésta sólo la recibirán los conversos, los que se hayan reconciliado con Dios. Por mi parte entiendo que Génesis 3:15, contiene esa promesa de la salvación y victoria sobre el mal y el diablo, de la que no hay motivo para excluir a Adán y Eva, por mucha manía que les tengamos.

"Y es que Jehová fue clarísimo: “si pecas…… morirás.”, por lo que apuntar siquiera lo contrario, sería negar la afirmación del Altísimo.” (Armando y Manuel).

Es cierto que Dios dijo a Adán en Génesis 2:17: “mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”. Puesto que la muerte espiritual es separación de Dios, este anuncio se cumple nada más que Adán y Eva realizaron el acto de desobediencia de comer la fruta del árbol prohibido. Pues en ese momento no sólo se rompe el vínculo de comunión y armonía que tenían con el Creador sino que también se vuelven injustos y pecadores, y mueren espiritualmente. Además, Génesis 5:5 nos dice que Adán murió a la edad de 930 años. El registro bíblico no dice nada respecto a la edad en que murió Eva. Tampoco es un dato vital. No importa mucho saber, si fue Adán el que quedó viudo o fue ella, o murieron los dos a la vez, el caso es que murieron ambos y se cumplió la declaración de Dios de Génesis 2:17. 

El caso es que desde entonces todos los seres humanos sufren esa muerte. “...por cuanto todos pecaron” (Romanos 5:12). Ahí hubiera quedado todo, en una muerte eterna, sin remedio. Es decir, el pecado hubiera ido aumentando, los humanos matándose unos a otros, hasta que se hubiera extinguido la raza humana o hubiera intervenido Dios para evitarlo, como así lo hizo efectivamente. Sin embargo, Él nos dice: todos habéis pecado no hay ni un solo justo (Romanos 3:9-12,23), por tanto, merecéis la muerte eterna, es decir, la muerte segunda,  pero yo voy a asumir ese castigo en la persona de mi Hijo. Él pagará vuestra deuda, y recibirá el castigo que os corresponde, la muerte segunda, para que vosotros  viváis eternamente: “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva (el regalo) de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).

En tu último párrafo me dices que te gustaría que te indicase algún artículo que tratase con más profundidad el asunto de la descendencia por la cual vino el Mesías. No recuerdo haber hecho nada que tratara específicamente este tema. Sin embargo, no es necesario estudiar mucho sino simplemente relacionar las explicaciones que el Nuevo Testamento hace del Antiguo, en especial los antecedentes veterotestamentarios del pasaje de Gálatas 3:16, que no puede ser más iluminador y diáfano:

Gálatas 3:16 (ver también 4:4): “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.”

Este texto se debe comparar con el del Antiguo Testamento donde se encuentra la promesa de Dios a Abraham de que por su simiente (o descendencia entre otras versiones) serán benditas todas las naciones de la tierra”. Pablo confirma con rotundidad que esta simiente que produce tan gran bendición al mundo es Cristo, porque Él es el que obtiene la victoria sobre la muerte, el pecado y el diablo (1ª Corintios 15:55; Hebreos 2:14-16).

Génesis 22:18: “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.”

Hebreos 2:14-16: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, 15 y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. 16 Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.”

Por si nos quedaba alguna duda respecto a la procedencia o linaje de Jesús, veamos el evangelio según San Mateo: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.” (Mateo 1:1). Jesucristo es el Mesías, el salvador del mundo que traería, a Adán y Eva, y más tarde a Abraham y a toda su descendencia, las más grandes bendiciones que el ser humano necesita y que ya hemos dicho que consisten fundamentalmente en vencer a la muerte al pecado y al diablo.

¿Creéis todavía que Adán y Eva han muerto para la eternidad y, por tanto, jamás serán resucitados para vida porque su pecado fue de tal magnitud que ni toda la sangre de Cristo es capaz de expiar?

Si aún dudáis, leed el siguiente texto conmigo en el que se afirma que Jesucristo procede de Adán, y éste, como sabemos, es hijo de Dios: “Jesús…hijo, según se creía, de José, hijo de Elí… […] Hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios.” (Lucas 3:23,38). Si Adán y Eva hubieran sido unos malvados inconversos ¿creéis que ellos formarían parte del linaje del Mesías? En el linaje de Jesucristo nunca encontraremos gente impía condenada a la segunda muerte.

Por último, si con los siguientes textos no cambiáis vuestro enfoque en este asunto, “podéis ir en paz”; es sólo una pequeña broma, quiero decir, que ya no me quedan más recursos ni estoy dispuesto a tratar de seguir buscándolos, pues yo lo tengo muy claro.

San Pablo, el más grande de los apóstoles, afirma que Adán “es figura del que había de venir” (Romanos 5:14). Adán es el tipo o figura de Jesús, en el sentido de que por la desobediencia de un hijo de Dios entró el pecado en el mundo, y por la obediencia de otro, Cristo, por su doble naturaleza humana-divina, vino la salvación de todos los hombres que aceptan a Jesús como su salvador personal (Romanos 5:16-19).

Sólo dos textos más para terminar:

1ª Timoteo 2:13,14: “Porque Adán fue formado primero, después Eva; 14 y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. 15 Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia.”

Génesis 3:21: “Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.”

¿Qué Dios tan misericordioso, amoroso y tierno se preocuparía hasta de vestir a sus hijos con túnicas de pieles, a aquellos que le habían infligido tan gran ofensa y mostrado tal deslealtad y desconfianza, si ya estaban condenados a morir eternamente?

¿No somos capaces de ver que Dios tuvo que sacrificar a dos animales inocentes para cubrir la desnudez pecaminosa de Adán y Eva (no nos referimos a la desnudez física sino a la espiritual, su injusticia), y para enseñarles que por su pecado moriría el inocente?

¿No son estos dos inocentes animales que tuvieron que morir por los culpables, símbolo del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y de las vestiduras blancas de justificación con que son revestidos los creyentes en Jesús? (Apocalipsis 3:4, 5, 18; 6:11; 7:9,13,14)

Apocalipsis 3:5,6:El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. 6 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”

Apocalipsis 3:18-22:Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. 19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. 20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. 21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. 22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”

 

Un fuerte abrazo a los dos

Bendiciones

 

Carlos Aracil Orts

www.amistadencristo.com

 

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*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo que se indique expresamente otra vesión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

1La Biblia de Jerusalén, 1998 traduce en lugar de “infierno”, “los abismos tenebrosos del Tártaro”.

 

 

 

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