Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

Preguntas y Respuestas

Miscelánea

 

¿Cuál es la edad de nuestro planeta Tierra?

 
Versión: 20-12-2018

 

 

Carlos Aracil Orts

1. Introducción*

Me alegro que me contactase y me formulara las siguientes cuestiones, que su hijo le planteó:

“Mi hijo me preguntó:¿Cuántos años tiene la Tierra? ¿Existieron los dinosaurios a la luz de la Biblia?, si eso fue así, ¿quiere decir que Noé metió a estos a la barca? ¿Dios permitirá vida en otro planeta? El juicio será sobre los humanos que están en la tierra, ¿qué pasa con los que pudieran habitar en ese tiempo pero en otro planeta o estar viviendo en la Luna?"

Son preguntas todas muy interesantes las que le ha planteado su hijo. Sin duda su hijo es muy inteligente. Este artículo se dedicará íntegramente a tratar de responder a la primera pregunta, “¿Cuántos años tiene la Tierra?”, y en otro estudio bíblico –¿Existieron los dinosaurios a la luz de la Biblia?–  intentaré dar respuestas al resto de las preguntas  planteadas arriba.

La Biblia no nos informa cuántos años tiene el planeta Tierra, ni de la edad del Cosmos; solo nos dice: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gn. 1:1; versiones: RV; LBLA; NVI, 1999; BJ76; BLA95; BSA; BTX; N-C) (1). Por tanto, no podemos, basándonos en las Sagradas Escrituras, averiguar cuántos años pasaron desde que Dios creó “los cielos y la tierra” –en ese “principio”–  hasta nuestros días –año 2018 de la era cristiana.

Otras versiones de la Biblia traducen en singular, “el cielo”, en lugar de “los cielos”: En el principio creó Dios el cielo y la tierra(Gn. 1:1; versiones: Jer 2001; BNP; BSM; DHHe; Jünemann; KJV; LPD; NBJ; PER; SB-MN; T-AA: TLA). Este texto del Génesis (1:1) da pie a que planteemos las siguientes preguntas:

¿Qué representan el cielo y la tierra o bien los cielos y la tierra” dependiendo de las versiones citadas arriba o de otras traducciones de la Biblia?

 Aunque las citadas versiones de la Biblia solo difieren en que las primeras traducen “cielos”, en plural, y las segundas en singular, es lógico pensar que el autor bíblico –Moisés– se está refiriendo simbólica o literalmente a la misma realidad. El segundo término de la frase anterior, “la tierra”, en ese contexto, se refiere, sin duda, a lo que en Astronomía se conoce como el planeta Tierra, habitáculo o sede de la humanidad.

Sin embargo, caben algunas dudas en lo que respecta a la primera parte de la frase:

¿A qué se refiere el autor bíblico cuando habla de “el cielo”, o de “los cielos”?

¿Puede estar refiriéndose al Universo entero, del que forma una parte ínfima nuestro planeta? O bien, como parece más lógico, ¿solo describiría “el cielo” que se ve desde la Tierra, es decir, el cielo atmosférico y el cielo astronómico, con el Sol, la Luna y las estrellas, lo que se conoce en Astronomía como nuestro Sistema Solar?

Me decanto por la segunda o última opción de arriba; porque entiendo que la información que nos proporciona la Biblia va dirigida específica y exclusivamente para los habitantes humanos del planeta Tierra; porque es la Revelación de Dios para la salvación de la humanidad, que nos muestra el camino (Cristo) y los medios, que Dios ha provisto, para que los humanos seamos salvos, por la obediencia a Su Palabra. Es decir, la Palabra de Dios nos enseña cómo vencer al pecado, la muerte y al diablo, y así obtener el derecho a vivir eternamente felices en “cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 P. 3:13), y donde “Dios mismo morará con nosotros” y “ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Ap. 21:3,4).

Como consecuencia de esta hipótesis de partida, el principioen el quecreó Dios el cielo y la tierra, no tiene por qué corresponder con el principioen el que Dios creó el Universo.

Sin embargo, aunque la Biblia no nos informa de la edad del planeta Tierra, sí nos dice que Dios creó, por medio de Su Palabra, todo tipo de vida que existe en la Tierra en seis días literales de 24 horas (Gn. 1:3-31;2:1-7); y como esto es totalmente incompatible con la Teoría de la Evolución, que sostiene que la vida surgió, espontáneamente, en la Tierra, hace unos 3.500 millones de años, es por lo que necesitamos estudiar detenidamente el libro del Génesis, especialmente la Semana de la Creación.

Además, necesitamos saber, si es posible mediante la Biblia, cómo obtener una fecha aproximada de cuándo “creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Gn. 1:27). Todo esto es lo que vamos a intentar analizar en el cuerpo de este estudio bíblico.

2. ¿Cuántos años tiene la Tierra?

Por lo que planteé en la introducción a este estudio, es lógico deducir o pensar que “el cielo”, a que se refiere Génesis (1:1), que Dios creó en “el principio” es el cielo astronómico que corresponde  al planeta “Tierra”. Empleando términos científicos o astronómicos,  “el Cielo” de la “Tierra”, en el contexto citado antes, puede referirse a nuestro Sistema Solar, porque a él pertenece nuestro planeta, y es el Sol, del que depende la vida, lo que nos afecta real y esencialmente, y secundariamente la Luna, que refleja al Sol, iluminando de noche, y que, además, en tiempos antiguos servía para contabilizar los meses y los años (Sal. 104:19). Veamos cómo describe o define Wikipedia a nuestro Sistema Solar:

“El sistema solar es el sistema planetario en el que se encuentran la Tierra y otros objetos astronómicos que giran directa o indirectamente en una órbita alrededor de una única estrella conocida como el Sol”. (2).

Si partimos de la premisa que Dios no tenía por qué crear, al mismo tiempo, todo el Universo, –con sus millones de galaxias, y millones de astros y millones de planetas para cada galaxia–, no habría, pues, ningún problema en admitir que “el principio” a que se refiere Génesis 1:1, se refiere, como es lógico pensar, al instante o momento en que Dios creó nuestro Sistema Solar, incluyendo, por supuesto, a nuestro planeta Tierra en él.

Por lo tanto, la Biblia no estaría en contradicción con la Ciencia, que considera la edad de la Tierra, que pertenece al Sistema Solar, distinta de la del resto del Universo. En ese caso del que partimos, “el principio” de Génesis 1:1, no sería el mismo que el del resto del Cosmos.

La Ciencia necesita explicar cuándo y cómo se originó el Universo; y, por supuesto, sin necesidad de recurrir a la existencia de Dios. Ahora bien, desde nuestra fe cristiana y bíblica, creemos que es Dios el que creó el Universo desde la nada, y que Él existe antes de todas las cosas, desde la eternidad.

Dios es infinito y no tiene principio ni fin; Él es “el primero y el último” (Is. 44:6), “el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Ap. 1:8,; cf. Ap 1:11,17; 21:6; 22:13); pero el Universo tiene límites, porque está hecho de materia, y la materia es finita y todo lo finito tiene un principio, un momento en el que empieza a existir. De ahí que a Dios nunca se le debe confundir con Su Creación, que es finita y limitada en el espacio y en el tiempo, como hacen los que adoptan la teoría panteísta de que Dios y el Universo son uno.

Por otro lado, nuestra fe en la Biblia no se ve afectada o socavada por lo que dice la Ciencia, que el universo surgió de una “Gran Explosión” –conocida mundialmente en el idioma inglés, como el “Big Bang”–, hace unos 14.000 millones de años (3), mediante una fuerte explosión de una infinitesimal partícula en la que se condensaba enorme energía, según explican los científicos. Porque los cristianos tenemos fe en que Dios creó el universo por su Palabra: “Él dijo, y fue hecho; Él mandó, y existió” (Sal. 33:9; cf. Heb. 11:3); y no nos importa tanto saber cómo se formó el Universo. Además, estas hipótesis o teorías científicas no son infalibles y se van modificando y actualizando a medida que aumentan los conocimientos y medios tecnológicos y científicos. Por eso, recientemente han logrado medir la edad del Universo con una onda gravitacional, y ha variado el intervalo de millones de años obtenidos anteriomente por otros métodos.

“Una sola de estas débiles ondas ha sido capaz de decirnos la edad del Universo: entre 11.900 y 15.700 millones de años”  (4).

La edad del Planeta Tierra

Concentrémonos ahora en el Planeta Tierra, que es solo una minúscula parte de ese inmenso Universo. Con los avances tecnológicos y científicos de nuestros días, la ciencia atribuye al planeta Tierra una edad aproximada de unos 4.500 millones de años (4.500.000.000 años):

“Aunque no hay un número exacto, se sabe que nuestro planeta tiene unos 4.500 millones de años. Los geólogos y geofísicos han podido calcular la edad midiendo la velocidad a la cual se descomponen en plomo los elementos del metal radioactivo de uranio. También, mediante técnicas de fechado radiométrico, han averiguado la edad que tienen los meteoritos, la cual es similar a la que tiene la Tierra y la Luna.

“El más antiguo mineral que se conoce es el zirconio de la zona de Jack Hills, en Australia Occidental. Se estima que tienen una edad de 4.404 millones de años. Los meteoritos más antiguos que se encuentran en el sistema solar, es decir, las inclusiones ricas en calcio-aluminio, tienen 4.567 millones de años. Esto significa que el Sistema Solar comenzó a formarse hace 4.567 millones de años.

“Una hipótesis afirma que la Tierra se empezó a formar poco tiempo después de que lo hicieran los meteoritos, pero todavía no es posible precisar qué edad exacta tiene” (5).

Y la edad del Sistema Solar, como era de esperar, es similar o igual a la del Planeta Tierra:

“El sistema solar se formó hace 4.568 millones de años por el colapso gravitatorio de una parte de una nube molecular gigante” (6).

Suponemos que lo anterior no puede saberse con exactitud porque depende de muchos factores incontrolables, y los medios para evaluarla son imperfectos. Además, con respecto a la Tierra, la mayoría de los científicos no considera la posible modificación de las rocas, y otros factores, debido al Diluvio universal, que registra la Biblia, y del cual, Jesucristo y el apóstol Pedro confirmaron su historicidad (Mt. 24:38,39; Lc. 17:27; 2 P. 2:5).

Mateo 24:38-39: Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, (39) y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.

Lucas 17:26-30: Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. (27) Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. (28) Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; (29) mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. (30)  Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste.

2 Pedro 2:5-9: y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos; (6) y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente, (7) y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (8) (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos), (9)  sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio;

No obstante, desde el punto de vista de nuestra fe en la veracidad de la Biblia, esta datación de la edad de la Tierra en 4.500 millones de años, más o menos, tampoco nos afecta como creyentes, si discernimos que Dios creó primero la materia informe y caótica de la Tierra, la Luna, el Sol, y demás planetas de nuestro Sistema Solar, y se reservó para más tarde, en una segunda fase, cuando lo consideró conveniente y oportuno, ordenar y crear las condiciones para que la vida pudiera no solo surgir, sino también subsistir, en nuestro planeta.

Esta es la razón de que “la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo” (Génesis 1:2), cuando el “Espíritu de Dios” se dispuso a crear el orden y las condiciones necesarias para que pudiera haber vida en este planeta.

Sin embargo, en la historia del cristianismo, ha habido quienes han considerado que la formación del planeta Tierra y la Obra de la Semana de la Creación (Gn. 1:3-31), fueron hechos simultáneos en ese “principio”.

Pero, en mi modesta interpretación de los versos 1 y 2 del capítulo 1 del libro de Génesis, y en la de muchos exegetas bíblicos de toda la era cristiana, cuando “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gn. 1:1), no incluyó la obra posterior de ordenamiento, ornamentación y modificación del estado inerte y caótico de la materia que componía la Tierra, la Luna y el astro Sol, que daría como resultado que, todo en conjunto, pudiese ser capaz de proporcionar las condiciones para la vida.

Esta obra posterior de adaptación y acondicionamiento del Sistema Solar y de Creación de la vida en el planeta Tierra, que Dios había creado en “el principio”, fue la que Él realizó en seis días literales, de 24 horas cada uno. Es decir, “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”, representando “los cielos” –en otras versiones “el cielo”– el Sistema Solar, donde se inserta el planeta Tierra, y posteriormente, adaptó el planeta Tierra, en seis días literales, para que fuese posible la vida en él.

3. La Semana de la Creación

Dios quiso hacer toda esa obra de ordenar nuestro Sistema Solar, y crear todo tipo de vida desde la vegetal, pasando por la vida animal y finalmente la pareja humana, en seis días literales de 24 horas cada uno. Es decir, Dios creó en dos fases: primero, la materia informe y caótica de la que están compuestos todos los planetas, y más tarde adaptó al planeta Tierra y al Sistema Solar al que pertenece, con las condiciones adecuadas para la vida, creando todo tipo de vida, desde la más inferior a la más compleja, y a la primera Pareja humana, a Su imagen y semejanza (Gn. 1:26-27).

Génesis 1:26-27: Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.  (27)  Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 

A continuación, veremos con detalle el estado inicial de la Tierra antes de la Semana de la Creación, según nos describe el versículo 2 del capítulo 1 del libro del Génesis. Los datos muy importantes proporcionados, que debemos interpretar correctamente, son los siguientes:

Entendemos que al principio de la Semana de la Creación, el planeta Tierra, además de estar cubierto de agua, carecía de atmósfera, porque estaba envuelto por un densísimo vapor de agua y otros gases, de gran espesor –representado por “las aguas que estaban sobre la expansión”. Y Dios creó –en el segundo día de la Semana de la Creación– una “expansión” o “firmamento” –Versión NBJ–, creando un espacio para la atmósfera; y a esta bóveda celeste la llamó “Cielos” o “cielo” (versión NBJ).

Luego, en el día tercero de la Semana, juntó las aguas que cubrían la Tierra en un lugar, quedando la superficie de la Tierra formando un solo continente; y a esta Tierra de los orígenes se la conoce como “Pangea”, que significa “toda la Tierra junta”. “En esta Tierra (Pangea), es donde tuvo lugar la gran catástrofe llamada Diluvio en ese mismo libro del Génesis” (8).

En el mismo día tercero, una vez “descubierto lo seco y juntadas las aguas que cubrían la Tierra en un solo lugar”, “Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. (12) Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno.  (13)  Y fue la tarde y la mañana el día tercero” (Gn. 1:11-13).

Nada que objetar, pues “nada hay imposible para Dios” (Lc. 1:37). Volvamos ahora al primer día de la Semana de la Creación.

Primer día de la Semana: Creación de la luz y de la medida del tiempo terrestre:

Acabo de comentar lo que Dios creó en el segundo y tercer día de la Semana; porque enlazaba mejor con mi comentario al estado inicial de la Tierra. Y ahora, retomo aquí al orden en que se produjo la Creación, comentando los textos de Génesis (1:3-5), que antes me salté: “Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. (4)  Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. (5) Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.

Si la creación por Dios del Universo nos causó gran asombro y admiración, no menos nos pueden causar las obras que Él hizo durante la Semana de la Creación, en la que creó la vida donde solo existía materia inerte. Debemos abordar, pues, con mucha humildad, la explicación de este tema, puesto que lógicamente, aparte de estar fuera de nuestros límites humanos, nuestro conocimiento de estas materias es mínimo y siempre insuficiente, porque nos encontramos ante una Obra de Dios.

Sin duda, nos resulta extraño que Dios crease la luz en el primer día de la Semana, y en el día cuarto, el Sol, la Luna y las estrellas. Pero, no podemos dudar de que Dios no siguiera un orden lógico en Su Creación, porque nuestro Dios no solo se caracteriza por que es Amor (1 Jn. 4:8,16), sino porque es también un Dios de orden. Él no podía crear la vida sin que existiera la luz y sin que hubiera atmósfera respirable para que sobrevivieran las especies. Además, la luz que Dios crea, es un anticipo de la luz del Sol, porque va a servir para configurar el día y la noche, creando el periodo de tiempo de 24 horas, que corresponde a un giro de la Tierra sobre su eje: “Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día” (Gn. 1:5).

Dios esperó que transcurriera un día de 24 horas antes de proseguir con su Obra creadora. Si la Palabra de Dios habla de un día, aclarando además que se compone de “la tarde y la mañana”, es decir, la parte nocturna o noche y la parte diurna o día, ¿qué sentido tendría pensar que se trata de mil años o de una época? ¿Acaso no creemos que nuestro Dios tiene un poder infinito, “porque Él dijo, y fue hecho; Él mandó, y existió” (Sal. 33:9)?

Si Dios lo hubiera querido, habría podido crear todo lo que existe en un instante, pero Él creó de esta manera, para nosotros los seres humanos, para mostrarnos el día como unidad del tiempo, y con él, también el ciclo semanal, con seis días de trabajo y uno de descanso (Gn. 1:31; 2:1-3).

Génesis 1:31: Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.

Génesis 2:1-3  Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos.  (2)  Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. (3) Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.

La luz es esencial para la vida; pero a la Tierra no llegaba la luz del Sol, la luna o las estrellas; porque así lo expresa el texto anterior: “las tinieblas estaban sobre la faz del abismo” (Gn. 1:2). Y esto podía suceder por las siguientes causas: primero, porque no existía la atmósfera, y en su lugar había un denso vapor de agua de gran espesor que envolvía toda la superficie de la Tierra, e impedía que pasara todo vestigio de luz. Y, segundo, posiblemente, el Sol, la Luna y las estrellas, que ya formaban parte del Sistema Solar creado en la primera fase de la Creación divina, todavía precisaban de una posterior obra de ajuste y acabado, para que su función fuera perfecta.

Por tanto, y desde mi punto de vista, en el cuarto día de la Semana, Dios completa la obra de nuestro Sistema Solar, haciendo todos los ajustes y acondicionamientos necesarios en el Sol, la Luna y las estrellas, para que la vida fuese posible en nuestro planeta Tierra y todo se coordinase a la perfección (véase Génesis 1:14-19).

Génesis 1:14-19: (14)  Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, (15) y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. (16)  E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas. (17) Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, (18)  y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno.  (19)  Y fue la tarde y la mañana el día cuarto.

En el quinto día de la Semana de la Creación, “Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. (21) Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno. (22) Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra. (23) Y fue la tarde y la mañana el día quinto (Gn. 1: 20-23).

Es decir, Dios creó todo tipo de vida, que aún no existía, en el Mar, y en ese mismo día también creó específicamente “toda ave alada según su especie” (Gn. 1:21 úp.). Como creyentes no podemos dudar de la Palabra de Dios, y no podemos creer la teoría evolucionista de que la vida surgió del agua de forma espontánea, a fuerza de muchos vanos intentos y mediante millones de años.

La Biblia expresa muy claramente que, en el día quinto, Dios dio la orden: “Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos”. Así como, en el día tercero ordenó: “Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así” (Gn. 1:11). Si nos extrañamos que Dios haya podido hacer esto así, tampoco creeremos en los milagros que hizo Jesucristo, como, por ejemplo, la multiplicación de los panes y los peces, mandar a la tempestad que amainara, andar sobre el mar, resucitar a los muertos, etc.

Y finalmente, en el sexto día de la Semana de la Creación,  del mismo modo, que lo anterior, “dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así.  (25)  E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno” (Gn. 1:24-25). Es decir, “Él dijo, y fue hecho; Él mandó, y existió” (Sal. 33:9).

Sin embargo, aunque en ese mismo día, también creó al hombre, debemos notar que éste fue una creación especial, muy diferente a las anteriores, en las que Dios, simplemente se había limitado a mandar de forma global que las distintas especies que formaban la flora y la fauna surgieran de la tierra o del mar. Pero en el caso del primer ser humano, “creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (28) Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Gn. 1:27-28).

Si Leemos todo el contexto referido a la creación del hombre, nos daremos cuenta que Dios lo crea directamente, como una criatura distinta de todas las anteriores porque fue hecha a semejanza de Su Creador, y para que fuese señor sobre todas las demás criaturas. Y en esto último, Dios hace mucho hincapié o énfasis porque se repite dos veces, al final de los versículos 26 y 28. Comprobémoslo:

Génesis 2:26-31: Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. (27) Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (28) Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.  (29)  Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. (30) Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así.  (31)  Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.

Génesis 2:1-7: Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. (2) Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. (3) Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación. (4)  Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos,

Génesis 2:7: Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. 

4. ¿Por qué hemos de creer que Dios creó en seis días literales de 24 horas toda la obra que se describe en los textos antes citados del libro del Génesis?

Primero, porque toda la Biblia –AT y NT– habla que “por la Palabra de Dios fueron hechos el Universo y todas las cosas que hay en él” (véase: Sal. 33:6,9; Jn. 1:1-4; Col 1:16; Heb. 11:3; Ap. 4:11; 10:6; etc.)

Juan 1:1-4: En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.  (2)  Este era en el principio con Dios. (3) Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.  (4)  En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

Colosenses 1:16-18: Porque en él [el Verbo o la Palabra, Cristo] fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. (17) Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; (18) y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;

Segundo, porque, los libros del Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, que conforman lo que conocemos como el Pentateuco, fueron escritos por Moisés, que también fue inspirado por Dios, como todos los otros autores del resto de libros del AT. Pero, en Moisés concurre una circunstancia que no todos los autores bíblicos tuvieron; Él tuvo, además, el privilegio de hablar personalmente con Dios: “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero…” (Éx. 33:11). A él le fueron entregadas, por Dios, las tablas de la Ley del Sinaí. Véase, además: Éx. 20:8-11; 31:18: 32:15-16; 33:9-11; Dt. 31:24-26; cf. Éx. 3:1-22; 4:1-17; etc.

Éxodo 20:8-11: Acuérdate del día de reposo para santificarlo. (9)  Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; (10) mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. (11)  Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.

Tercero, porque el pasaje anterior (Éx. 20:8-11) corresponde al cuarto mandamiento del Decálogo –no vigente en el Nuevo Pacto– que, junto con los otros nueve restantes, Moisés recibió  en “tablas de piedra escritas con el dedo de Dios” (Éx. 31:18). Y notemos que la verdad de la Semana de la Creación está avalada y confirmada en Éxodo 20:11, porque es “el dedo de Dios” –que es el símbolo de la acción directa y personal de Dios–  el que escribió: “Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día” (Éx. 20:11).

Leamos a continuación los textos que prueban la relación amigable e íntima  que tenía Dios con Moisés, lo que hizo posible que Dios le revelara los orígenes de este mundo y el modo en que Dios quiso crearlo, algo que nadie pudo ver.

Éxodo 31:18: Y dio [Dios] a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios.

Éxodo 32:15-16: Y volvió Moisés y descendió del monte, trayendo en su mano las dos tablas del testimonio, las tablas escritas por ambos lados; de uno y otro lado estaban escritas. (16) Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas.

Dios, durante los cuarenta años de peregrinación de Israel por el desierto, le mostraba Su presencia manifestándose de día, por medio de una “columna de nube”, y  de noche, por una “columna de fuego”: “Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche.  (22)  Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego” (Éxodo 13:21-22). Leamos los textos que transcribo a continuación, donde podemos comprobar cuán frecuente y amigablemente hablaba Moisés con Dios:

Éxodo 33:9-11: Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés.  (10)  Y viendo todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del tabernáculo, se levantaba cada uno a la puerta de su tienda y adoraba.  (11)  Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo.

Los siguientes textos prueban que fue Moisés el que escribió los cinco libros que componen la Ley del AT, que se conoce como el Pentateuco:

Deuteronomio 31:24-26: Y cuando acabó Moisés de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta concluirse,  (25)  dio órdenes Moisés a los levitas que llevaban el arca del pacto de Jehová, diciendo: (26)  Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti.

Aunque anteriormente ya respondimos en parte a la siguiente pregunta, insisto en ello, porque es importante reconocer la intención pedagógica de nuestro Creador, al elegir crear en una semana.

¿Por qué quiso Dios crear las condiciones para la vida y hacer que surgiera la misma en nuestro Planeta Tierra, en seis días literales, y descansar el séptimo, cuando sabemos que Él pudo crearlo todo en un instante?

Así lo hizo para mostrarnos el modelo del ciclo semanal, que es el que más se ajusta, y el más adecuado, a nuestra naturaleza humana. Al respecto, escribí en enero de 2014, lo siguiente:

“Dios usó Su pedagogía al crear este mundo, enseñándonos, con su ejemplo, las unidades del tiempo más adecuadas para la naturaleza humana, como son días de veinticuatro horas –con sus tardes o noches para reposar y sus horas solares para trabajar– y periodos semanales que comprenden seis días de actividad y uno de descanso. Dios pudo haber creado todo, incluido este mundo en un solo instante, pero eligió un ciclo semanal para esta Creación –la de este planeta con seres humanos–, con el propósito evidente de mostramos el modelo de funcionamiento idóneo del mundo y de los seres que en él habitan (Génesis 1:1-31; 2:1-3). Él hizo nuestro mundo en seis días y el séptimo descansó, y no porque estuviera cansado, sino para enseñar a sus hijos –los seres humanos– que es bueno para la salud integral –espíritu, alma y cuerpo– descansar un día de cada siete.” (9).

5. La Teoría de la evolución: algunas de sus principales premisas

Veamos, aunque sea brevemente, qué afirma la Teoría de la evolución, como verdades inamovibles, aunque no hayan podido ser demostradas.

“La vida en la tierra surgió hace unos 3.500 millones de años. Se inició así un proceso evolutivo de animales y plantas del que tenemos pocos datos, pues las primeras formas de vida eran microscópicas y luego animales y plantas blandos (algas, gusanos) que no dejan restos fósiles. Este primer periodo de la vida se conoce como precámbrico, y se extiende hasta el momento en que podemos seguir más fielmente la evolución biológica a través de los fósiles. A partir de aquí, los biólogos dividen el tiempo en eras….” (10).

No me gustaría cansar al lector relatándole todo el proceso de la evolución, con todos sus eras, periodos, y los tipos de vida que, aseguran los científicos, han ido apareciendo en aquellos, y han evolucionado hasta llegar a los mamíferos, y luego, los primates o simios, de los que derivan los homínidos, a los que siguen un nuevo género o especie, al que se le llama “Homo”; y dentro de este género aparece, el Homo habilis (11). “Más aún, en plena glaciación, hace 2 millones de años, surgió una nueva especie del género Homo: el Homo erectus. Con él da comienzo la era cuaternaria” (12). 

Le sigue el hombre de Neandertal y poco después el homo sapiens:

“Hace unos 25.000 años se extinguió el hombre de Neandertal, con lo que el Homo sapiens pasó a ser la única especie humana sobre la Tierra y ya podemos referirnos a él simplemente como "el hombre". Aparte de mínimas diferenciaciones raciales, no se ha producido ninguna evolución fisiológica importante desde entonces. La extraordinaria evolución del hombre ha sido puramente cultural. Hace al menos 23.000 años el hombre pobló América por primera vez. Accedió a ella desde Siberia, cruzando un estrecho de Bering seco (el nivel del mar era inferior al actual a causa de la glaciación) o helado. Así, el hombre no tardó mucho en poblar la práctica totalidad de la Tierra” (13).

A continuación, comprobaremos cómo ha ido variando la edad que los científicos –arqueólogos, paleontólogos, etc.– han adjudicado a los distintos “hombres fósiles”, que se han encontrado, en varios momentos de nuestra historia reciente, a partir de sus investigaciones de los citados fósiles.

Una Enciclopedia de la Biblia, editada en el año 1963, dice lo siguiente:

“Hombre fósil. Se han encontrado restos esqueléticos fósiles, indiscutiblemente humanos, en terrenos correspondientes a la era cuaternaria, desde sus comienzos, hace más de medio millón de años, hasta la época más reciente (Holoceno) (14).

Diario El Comercio, publicado el 7 de junio de 2017:

“El homo sapiens es 100.000 años más viejo de lo que se creía”

“El homo sapiens, nuestra especie, no data de 200.000 años como se creía hasta ahora sino de 300.000, según los restos hallados en Marruecos de unos individuos muy parecidos al hombre actual. “Este descubrimiento representa el origen de nuestra especie, se trata del homo sapiens más viejo jamás hallado en África y en cualquier otro lugar”, explicó Jean-Jacques Hublin, coautor de la investigación publicada este miércoles 7 de junio de 2017 en la revista Nature. Investigadores del Instituto Max-Planck (MPI) de Leipzig (Alemania) descubrieron en Marruecos los fósiles de Homo sapiens. Estos restos serían, por lo tanto, 100.000 años anteriores a los hallazgos considerados hasta ahora más antiguos, descubiertos en Etiopía y que datan de hace unos 195.000 años. Además, permiten aportar una nueva perspectiva sobre anteriores hallazgos controvertidos, señala el equipo de científicos. Así, los investigadores también atribuyen ahora al Homo sapiens un fragmento de cráneo encontrado en Florisbad (Sudáfrica) hace aproximadamente 260.000 años. "Pensábamos desde hace bastante tiempo que la cuna de la humanidad se remontaba a 200.000 años en algún lugar del este de África", señaló Hublin. "Nuestros datos muestran, sin embargo, que el Homo sapiens se expandió por todo el continente hace unos 300.000 años", agregó.” (15).

Pero otra fuente menos reciente (año 1998), dice así:

“Los neandertales son, pues, bastante recientes. Aparecieron hace unos 200.000 años y desaparecieron hace solo 35.000 años. Los homo sapiens, por su parte, aparecieron quizá hace menos de 100.000 años, y dieron lugar, tras la última glaciación del Cuaternario, hace unos 10.000 años, al hombre actual, autointitulado (un poco soberbiamente) Homo sapiens sapiens” (16).

Veamos ahora un breve resumen de la historia, de otra fuente (17):

"Las edades de la historia - ¡Resumen fácil!"

"A modo de resumen, las edades de la historia son las siguientes:

Siguiente fuente documental sobre la primera civilización del mundo:

"Los sumerios, la primera civilización del mundo"

 “De acuerdo a las investigaciones, en la Baja Mesopotamia existieron asentamientos humanos desde el período Neolítico ((6700 a. C. – 6500 a. C) y Calcolítico ((5500 – 5000 a. C),  El Obeid (5000 – 4000 a. C.), Uruk (4000 – 3200 a. C.) y Yemdet Nasr (3200 – 3000 a. C.)” (18).

Al parecer, se han encontrado indicios de la existencia de campamentos humanos de hace unos 18.000 años antes de Cristo, como indica la siguiente fuente que corresponde a la Universidad de Valencia:

“Hace unos 20.000 años, durante la cuarta y última glaciación de la era cuaternaria, el hombre vagaba por la Tierra en busca de caza y recolectando frutos allí donde los hallaba.
[…]
“Otra zona donde hay indicios tempranos de recolección de cereales es la costa más oriental del Mediterráneo, lo que hoy es Palestina. Se han encontrado restos de hace 15.000 años que demuestran que en esta región el hombre había aprendido a moler el grano. Palestina formaba parte de una zona de condiciones especialmente favorables, conocida como la media luna fértil. Se trata de una región que, como indica su nombre, tiene forma aproximada de media luna. Su parte este es lo que podríamos llamar Canaán. La costa de Canaán recibe el nombre de Palestina al sur y Fenicia al norte, si bien estos nombres están relacionados con pueblos que habitarían la región posteriormente. La media luna fértil avanza hacia el este por el llamado corredor sirio y luego desciende hacia el sur siguiendo el curso de dos ríos que fluyen paralelamente: el Éufrates y el Tigris, que finalmente se unen poco antes de desembocar en el Golfo Pérsico. En la antigüedad el mar cubría una extensión mayor de terreno, de modo que el Éufrates y el Tigris tenían desembocaduras separadas. La tierra comprendida entre los dos ríos (y, por extensión, sus alrededores) se conoce como Mesopotamia. Mesopotamia limita al este con los montes Zagros. Se conocen restos de cazadores-recolectores que poblaron estos montes hace casi 13.000 años.

“La vida en poblados estables supuso un cambio cultural importante. Se abre así una última fase del periodo paleolítico conocida como mesolítico. Los casos que acabamos de comentar son sus primeras manifestaciones, si bien la cultura mesolítica sólo empezó a ser representativa desde hace unos 12.000 años, es decir, desde el X milenio, momento en el que se considera que empieza el último periodo de la era cuaternaria: el holoceno. De esta época se conservan poblados palestinos con cabañas circulares semisubterráneas de madera, adobe y piedra.

“En el IX milenio terminó la cuarta glaciación. La cultura mesolítica se extendió desde Palestina hasta Siria siguiendo la media luna fértil. Mientras el noreste de África permaneció en estado mesolítico durante varios milenios, en el Oriente Próximo se produjeron cambios relativamente rápidos. Los hombres sedentarios tuvieron ocasión de estudiar más a fondo el comportamiento de las plantas y los animales. Lentamente, descubrieron que era posible retener y alimentar a algunos animales en lugar de matarlos, de modo que se podía disponer de su carne cuando fuera más necesaria. Hay indicios de que por esta época, en un asentamiento que más tarde sería la ciudad de Jericó, ya se había domesticado el carnero. Poco a poco, los hombres de la parte occidental de la media luna fértil se hicieron pastores y agricultores” (19).

Como hemos podido comprobar la Ciencia considera probado que la vida surgió, espontáneamente, hace unos 3.500 millones de años, y que evolucionó de lo más simple a lo más complejo. Y que el Homo sapiens apareció hace, al menos, 100.000 años, pero el llamado “Homo sapiens sapiens”, que corresponde al hombre actual, apareció hace unos 10.000 años. (20).

¿Cómo podemos compatibilizar lo que afirma la Ciencia con lo que registra la Sagrada Escritura en el libro del Génesis?

La verdad solo puede ser una. Si la Biblia tiene razón, entonces es la Ciencia la que se equivoca, o viceversa. También cabe otra posibilidad: quizá no estamos interpretando bien los datos que nos suministra la Palabra de Dios.

 A continuación,  calcularemos, según la interpretación más común y antigua de la Biblia, la fecha aproximada de la Creación por Dios de la Primera pareja humana, y cómo podríamos interpretar los registros generacionales que nos ofrece el libro del Génesis para que hubiera, al menos, una mínima aproximación con los años que considera la Ciencia sobre la aparición del hombre sobre la Tierra.

6. ¿Cuántos años pasaron desde que Dios creó todo tipo de vida y las condiciones para que subsistiera la misma en la Tierra, en la Semana de la Creación, hasta hoy día?

Cuando uno lee algunos capítulos del libro del Génesis que contienen abundantes y detalladas descripciones, al parecer, exhaustivas de los personajes principales o patriarcas que existieron desde Adán hasta Abraham, y las edades que cada uno de ellos tenían cuando engendraron a sus descendientes, nos llena de asombro la meticulosidad tan detallada de estos registros generacionales, y es difícil resistirse a evaluarlos, mediante una simple operación de sumar los datos de años que nos ofrecen, y obtener, de esa forma tan sencilla, el año cero –Año del Mundo– en el cual Dios creó a  Adán y Eva, o bien su equivalencia, partiendo desde el nacimiento de Jesucristo hacia atrás.

Veamos los capítulos 5 y 11 de Génesis, donde se encuentran, suponemos resumidas, todas las generaciones que hubo desde Adán hasta el Diluvio y de éste hasta Abraham.

Génesis 5:1-32: Este es el libro de las generaciones de Adán. El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. (2) Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados. (3) Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set. (4) Y fueron los días de Adán después que engendró a Set, ochocientos años, y engendró hijos e hijas. (5) Y fueron todos los días que vivió Adán novecientos treinta años; y murió. (6) Vivió Set ciento cinco años, y engendró a Enós. (7) Y vivió Set, después que engendró a Enós, ochocientos siete años, y engendró hijos e hijas. (8) Y fueron todos los días de Set novecientos doce años; y murió. (9) Vivió Enós noventa años, y engendró a Cainán. (10) Y vivió Enós, después que engendró a Cainán, ochocientos quince años, y engendró hijos e hijas. (11) Y fueron todos los días de Enós novecientos cinco años; y murió. (12) Vivió Cainán setenta años, y engendró a Mahalaleel.  (13) Y vivió Cainán, después que engendró a Mahalaleel, ochocientos cuarenta años, y engendró hijos e hijas. (14) Y fueron todos los días de Cainán novecientos diez años; y murió. (15) Vivió Mahalaleel sesenta y cinco años, y engendró a Jared. (16) Y vivió Mahalaleel, después que engendró a Jared, ochocientos treinta años, y engendró hijos e hijas. (17) Y fueron todos los días de Mahalaleel ochocientos noventa y cinco años; y murió. (18) Vivió Jared ciento sesenta y dos años, y engendró a Enoc. (19) Y vivió Jared, después que engendró a Enoc, ochocientos años, y engendró hijos e hijas. (20) Y fueron todos los días de Jared novecientos sesenta y dos años; y murió. (21) Vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén. (22) Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. (23) Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. (24) Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios. (25) Vivió Matusalén ciento ochenta y siete años, y engendró a Lamec. (26) Y vivió Matusalén, después que engendró a Lamec, setecientos ochenta y dos años, y engendró hijos e hijas. (27) Fueron, pues, todos los días de Matusalén novecientos sesenta y nueve años; y murió.  (28) Vivió Lamec ciento ochenta y dos años, y engendró un hijo;  (29)  y llamó su nombre Noé, diciendo: Este nos aliviará de nuestras obras y del trabajo de nuestras manos, a causa de la tierra que Jehová maldijo. (30) Y vivió Lamec, después que engendró a Noé, quinientos noventa y cinco años, y engendró hijos e hijas. (31) Y fueron todos los días de Lamec setecientos setenta y siete años; y murió. (32) Y siendo Noé de quinientos años, engendró a Sem, a Cam y a Jafet.

Génesis 11:10-26: Estas son las generaciones de Sem: Sem, de edad de cien años, engendró a Arfaxad, dos años después del diluvio. (11) Y vivió Sem, después que engendró a Arfaxad, quinientos años, y engendró hijos e hijas. (12)  Arfaxad vivió treinta y cinco años, y engendró a Sala. (13) Y vivió Arfaxad, después que engendró a Sala, cuatrocientos tres años, y engendró hijos e hijas.  (14) Sala vivió treinta años, y engendró a Heber. (15) Y vivió Sala, después que engendró a Heber, cuatrocientos tres años, y engendró hijos e hijas. (16) Heber vivió treinta y cuatro años, y engendró a Peleg. (17) Y vivió Heber, después que engendró a Peleg, cuatrocientos treinta años, y engendró hijos e hijas. (18) Peleg vivió treinta años, y engendró a Reu. (19) Y vivió Peleg, después que engendró a Reu, doscientos nueve años, y engendró hijos e hijas. (20) Reu vivió treinta y dos años, y engendró a Serug. (21) Y vivió Reu, después que engendró a Serug, doscientos siete años, y engendró hijos e hijas. (22)  Serug vivió treinta años, y engendró a Nacor. (23) Y vivió Serug, después que engendró a Nacor, doscientos años, y engendró hijos e hijas. (24) Nacor vivió veintinueve años, y engendró a Taré. (25) Y vivió Nacor, después que engendró a Taré, ciento diecinueve años, y engendró hijos e hijas. (26) Taré vivió setenta años, y engendró a Abram, a Nacor y a Harán.

Da la impresión que Dios tenía especial interés en que supiéramos este dato tan importante del año en que apareció la vida en la Tierra, o al menos una aproximación, para que no nos dejáramos engañar por esos datos que proporcionan los científicos, basados en la Teoría de la evolución, que, por otro lado, no son tan dignos de credibilidad, porque permanentemente han ido variando a medida que pasa el tiempo; ya sea porque la Ciencia dispone de nuevos y más avanzados aparatos de medida, o cambia sus criterios de evaluación de la antigüedad de los fósiles, o se tienen en cuenta otros posibles factores, no tenidos en cuenta hasta la fecha; o bien porque hay nuevos hallazgos, en lugares o condiciones distintos.

Anteriormente, hice referencia a las transformaciones que, un acontecimiento tan catastrófico como fue el Diluvio universal, produjo, indudablemente, en todas las rocas, destrozando muchas, plegándolas en distintas capas y cambiándolas de forma y de lugar, debido a que “aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas” (Gn. 7:11).

 Veamos a continuación la impresionante descripción del Diluvio, que duró poco más de “ciento cincuenta días” (Gn. 7:24).

Génesis 7:11-24: El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas, (12)  y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches. (13) En este mismo día entraron Noé, y Sem, Cam y Jafet hijos de Noé, la mujer de Noé, y las tres mujeres de sus hijos, con él en el arca; (14) ellos, y todos los animales silvestres según sus especies, y todos los animales domesticados según sus especies, y todo reptil que se arrastra sobre la tierra según su especie, y toda ave según su especie, y todo pájaro de toda especie. (15) Vinieron, pues, con Noé al arca, de dos en dos de toda carne en que había espíritu de vida. (16) Y los que vinieron, macho y hembra de toda carne vinieron, como le había mandado Dios; y Jehová le cerró la puerta. (17) Y fue el diluvio cuarenta días sobre la tierra; y las aguas crecieron, y alzaron el arca, y se elevó sobre la tierra. (18) Y subieron las aguas y crecieron en gran manera sobre la tierra; y flotaba el arca sobre la superficie de las aguas. (19) Y las aguas subieron mucho sobre la tierra; y todos los montes altos que había debajo de todos los cielos, fueron cubiertos. (20) Quince codos más alto subieron las aguas, después que fueron cubiertos los montes.  (21) Y murió toda carne que se mueve sobre la tierra, así de aves como de ganado y de bestias, y de todo reptil que se arrastra sobre la tierra, y todo hombre. (22) Todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra, murió. (23) Así fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, los reptiles, y las aves del cielo; y fueron raídos de la tierra, y quedó solamente Noé, y los que con él estaban en el arca. (24) Y prevalecieron las aguas sobre la tierra ciento cincuenta días.

Decía en el párrafo anterior que parece que Dios tiene especial interés en que no creamos los datos “científicos”, que tienen como fundamento la Teoría de la evolución, porque ¿para qué registra la Biblia tan meticulosamente los descendientes de Adán hasta Noé (Gn. 5:1-32), y luego nos proporciona tantos detalles sobre los años que tenían los patriarcas antes y en el momento del Diluvio: “siendo Noé de quinientos años, engendró a Sem, a Cam y a Jafet” (Gn. 5:32), y, además, que “Era Noé de seiscientos años cuando el diluvio de las aguas vino sobre la tierra” (Gn. 7:6,11)?

No acaban aquí los datos sobre los años que vivió Noé, pues incluso Génesis registra los años que tenía inmediatamente que salió del Arca:

Génesis 8:13: Y sucedió que en el año seiscientos uno de Noé, en el mes primero, el día primero del mes, las aguas se secaron sobre la tierra; y quitó Noé la cubierta del arca, y miró, y he aquí que la faz de la tierra estaba seca.

Y por si acaso no tuviéramos bastantes datos con los anteriores, también se registra que “vivió Noé después del diluvio trescientos cincuenta años. (29) Y fueron todos los días de Noé novecientos cincuenta años; y murió (Génesis 9:28-29).

Los datos suministrados en Génesis, son tan detallados que registran los años que vivieron los patriarcas desde Adán hasta Noé, y la edad que tenían cuando engendraron su primer hijo (Gn. 5:1-32).

Unos capítulos más adelante se registran, también minuciosamente, los  descendientes de los hijos de Noé: Jafet y sus descendientes (Gn. 10:1-19); Cam y sus descendientes (Gn. 10:20-32); y finalmente los descendientes de Sem, hasta llegar a Taré que, con setenta años de edad, “engendró a Abram, a Nacor y a Harán” (Gn. 11:26). Si sumamos los años que tenía cada patriarca cuando engendró a su primer hijo, podemos fácilmente, obtener los años que transcurrieron desde la Creación por Dios de Adán hasta el patriarca Isaac, según las generaciones registradas.

Para ello, seguiremos el esquema en forma de tabla que he obtenido del libro de Pedro de Felipe del Rey, titulado: Jesús de Nazaret II. Su Persona y sus Obras (21):

"Primera Etapa: Desde Adán hasta Isaac"


Nº de orden

Patriarcas

Años cuando engendró

Referencias

1

Adán

130

Gn. 5:3

2

Set

105

Gn. 5:6

3

Enós

90

Gn. 5:9

4

Cainán

70

Gn. 5:12

5

Mahalaleel

65

Gn. 5:15

6

Jared

162

Gn. 5:18

7

Enoc

65

Gn. 5:21

8

Matusalén

187

Gn. 5:25

9

Lamec

182

Gn. 5:28

10

Noé

601

Gn. 5:32

11

Sem

Gn. 11:10

12

Arfaxad

35

Gn. 11:12

13

Sala

30

Gn. 11:14

14

Heber

34

Gn. 11:16

15

Peleg

30

Gn. 11:18

16

Reu

32

Gn. 11:20

17

Serug

30

Gn. 11:22

18

Nacor

29

Gn. 11:24

19

Taré

70

Gn. 11:26

20

Abraham

100

Gn. 21:5

21

Isaac

60

Gn. 25:24-26

Total de años desde Adán hasta Isaac

2.107

Fecha del Diluvio: 1656 años (AM)

Siguiendo lo publicado en la obra citada anteriormente, “la segunda etapa”, sería “desde el nacimiento de Jacob hasta su llegada a Egipto”, que según Génesis 47:9, Jacob tenía 130 años (22).

Génesis 47:9: Y Jacob respondió a Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no han llegado a los días de los años de la vida de mis padres en los días de su peregrinación.

“La tercera etapa” es “el tiempo de permanencia de los israelitas en Egipto, desde que Jacob llegó a Egipto hasta que se produjo el éxodo”, que según Éxodo 12:40 y Gálatas 3:17, fue de 430 años (23).

Éxodo 12:40: El tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto fue cuatrocientos treinta años.

Gálatas 3:17: Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa.

“La cuarta etapa” es “desde la salida de Egipto hasta el comienzo de la construcción del Templo en el cuarto año del reinado de Salomón” que, según 1 Reyes 6:1, fue de 480 años (24).

1 Reyes 6:1: En el año cuatrocientos ochenta después que los hijos de Israel salieron de Egipto, el cuarto año del principio del reino de Salomón sobre Israel, en el mes de Zif, que es el mes segundo, comenzó él a edificar la casa de Jehová.

“La quinta etapa”, “desde el cuarto año de Salomón hasta la destrucción del Templo de Jerusalén por Nabucodonosor (2 Reyes 25:8-10)”, que según la cronología de los reyes del reino de Judá, descritas en los libros de 1ª Reyes (11:42; 14:21; 15:2,9-10; 22:42) y 2ª Reyes (8:16,17,26; 11:1-21; 12:1; 14:1-2; 15:1-2,32-33; 16:2; 18:1-2; 21:1,19; 22:1; 23:31,36; 24:8,18; 25;1-10) y recogidas por el mismo autor mencionado arriba, suman 430 años (25).

2 Reyes 25:8-10: En el mes quinto, a los siete días del mes, siendo el año diecinueve de Nabucodonosor rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, siervo del rey de Babilonia. (9) Y quemó la casa de Jehová, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén; y todas las casas de los príncipes quemó a fuego. (10) Y todo el ejército de los caldeos que estaba con el capitán de la guardia, derribó los muros alrededor de Jerusalén.

“La sexta etapa”, “desde la destrucción del templo de Salomón por Nabucodonosor hasta el nacimiento de Jesús en Belén”, según este mismo autor, habrían transcurrido 586 años. Es decir, la destrucción del Templo de Jerusalén por Nabucodonosor tuvo lugar en el año 19 del reinado del rey Nabucodonosor de Babilonia, según 2 Reyes 25:8-10. Esta fecha históricamente se conocería como el 586 a.C. (26).

Sumando los años de las seis etapas obtendríamos, teóricamente, suponiendo que el libro del Génesis no hubiera omitido ninguna generación –a lo que me referiré más abajo–, los años que transcurrieron desde la Creación del hombre hasta el nacimiento de Jesucristo en Belén.

La suma total de los años de cada etapa arroja la cantidad de 4.163 años; es decir, según las generaciones registradas en la Biblia, el tiempo transcurrido, desde la Semana de la Creación hasta el nacimiento de Cristo, sería de unos  4.163 años (27).

Si los datos calculados arriba fueran correctos, el Diluvio se ubicaría en el año 1656/1657 AM (Año del Mundo), y el nacimiento de Abraham –290 años después del Diluvio– en  1947 AM. Y convirtiendo estas fechas en años antes de Cristo, es decir, contando desde el nacimiento de Jesucristo hacia atrás, el Diluvio habría ocurrido en el año 2507 a. C. (restando 1.656 a 4.163); y el nacimiento de Abraham habría sido en el año 2216 a.C. (restando 1947 a 4.163).

Como hemos comprobado en el epígrafe anterior (nº5), variadas fuentes coinciden en que, aproximadamente, el “Homo sapiens sapiens” aparece de forma clara en la Tierra hace, al menos, unos 10.000 años. De entre las muchas fuentes que existen, ahora, volvemos a citar, por ejemplo, la que se refiere a “Los sumerios, la primera civilización del mundo”: “De acuerdo a las investigaciones, en la Baja Mesopotamia existieron asentamientos humanos desde el período Neolítico (6700 a. C. – 6500 a. C)” (28). Aunque otras fuentes, –que se refieren a la existencia del hombre cuando vivía aislado, en pequeños grupos, en campamentos, cabañas o cuevas–, le adjudican una edad de unos 18.000 años antes de Cristo.

Ante esos datos que parecen evidentes, por estar basados en pruebas de muchos descubrimientos arqueológicos, es lógico suponer que los registros generacionales del libro del Génesis no incluyen todas las generaciones que realmente existieron entre Adán y Abraham, sino solo una parte significativa, que recogería a los personajes más destacados. Así parece ser el caso de la genealogía de Jesucristo registrada en el Evangelio según San Mateo. Porque esta genealogía, que va de Abraham hasta Jesucristo, intenta condensar las generaciones entre ambos, en tres grupos de 14 generaciones que cubren los personajes o eventos más importantes y significativos o importantes:

Mateo 1:17: De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce.

En el estudio bíblico que publiqué hace ahora poco más de un año, titulado ¿Por qué hay dos distintas genealogías de Jesús?,  mostré que san Mateo, a fin de obtener que el número de generaciones sea múltiple de siete, omite algunos nombres. Esto se comprueba al comparar su lista, con la que registra en el libro de 1ª Crónicas (3:10-12). Transcribo aquí los párrafos de aquel estudio que nos ayudarán a entender por qué san Mateo no copia exactamente lo que registra el citado libro de Crónicas del AT:

Genealogías del linaje davídico según el evangelista san Mateo hasta Jotám

Mateo 1:7-8: Salomón engendró a Roboam, Roboam a Abías, y Abías a Asa. (8)  Asa engendró a Josafat, Josafat a Joram, y Joram a Uzías. (9) Uzías engendró a Jotam:

Genealogías del linaje davídico según el primer libro de Crónicas

1 Crónicas 3:10-12: Hijo de Salomón fue Roboam, cuyo hijo fue Abías, del cual fue hijo Asa, cuyo hijo fue Josafat,  (11)  de quien fue hijo Joram, cuyo hijo fue Ocozías, hijo del cual fue Joás,  (12)  del cual fue hijo Amasías, cuyo hijo fue Azarías, e hijo de éste, Jotam.

“Ciertamente, la genealogía de san Mateo no recoge “a Ocozías (hijo de Joram), hijo del cual fue Joás, (12) del cual fue hijo Amasías, cuyo hijo fue Azarías, e hijo de éste, Jotam” (1 Crónicas 3:11-12); tampoco registra el nombre de Azarías –hijo de Amasías– sino que salta desde Joram a Uzías, es decir, no cita a: Ocozías, Joás y Amasías; y, además, san Mateo, en lugar de Azarías, registra el nombre de Uzías.

“Por un lado, para probar que Jesús era del linaje davídico, según la carne, no estaba obligado a registrar todos los descendientes del rey David hasta Jesús, sino solo algunos que él consideró más importantes. De ahí que Mateo opta por resumir, en un número múltiplo de siete –número bíblico de perfección y plenitud–, las generaciones que hubo: “desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce” (Mt. 1:17). Por otro lado, san Mateo no dice expresamente que Joram es el padre de Uzías (Mt. 1:8), sino que éste es descendiente de Joram, así como lo es del rey David. Por tanto, como ya vimos anteriormente hijo significa descendiente, y no necesariamente hijo directo; lo que, análogamente, también se aplica a que “Joram engendró a Uzias”, no directamente como de padre a hijo, sino a través de las generaciones davídicas, y específicamente a través de Amasías, como prueba el registro bíblico citado antes” (29).

Por otra parte, el evangelista Lucas añade al patriarca Cainán entre Sala y Arfaxad. Lo que es una prueba adicional de que las generaciones registradas en Génesis y en los Evangelios de Mateo y Lucas, no pretendían ser exhaustivas, sino proporcionar una parte significativa, pero tratando que formaran múltiplos de siete. Esto es lo que viene, más o menos a explicar don Pedro de Felipe en su libro “Jesús de Nazaret II” (30), al que le corresponde atribuirle el crédito o mérito de haberlo observado o deducido primero. De ahí que no sea posible fijar una fecha ni exacta, ni aproximada para la aparición de la vida sobre la Tierra.

Sin embargo, aunque realmente no se sabe con exactitud la edad en que Dios creó al primer hombre, en ningún caso se podría creer que los restos fósiles del “home sapiens”, que los científicos aseguran haber encontrado, correspondan a seres humanos, o siquiera a algún tipo de primates avanzados, que vivieran  hace más de 400.000 años. Si esto se llegara a creer sería tanto como aceptar la Teoría de la evolución y rechazar la veracidad de la Palabra de Dios, que acredita que todo tipo de vida fue creado por Dios en seis días literales de 24 horas (Gn. 1:3-31; 2:1-7; cf. Éx. 20:11; etc.).

La realidad es que, aunque el hombre pudo existir hace 12.000 a 15.000 años, o quizá algo más, la historia humana se remonta a poco más de seis mil años. Y también creemos que existió un Diluvio universal, aunque, por la misma razón explicada arriba, tampoco podemos fijar cuándo ocurrió. Esto pudo suceder no muchos años después de la creación por Dios de Adán y Eva, pero, posiblemente, bastantes más que los 1.656 años contabilizados en los registros bíblicos. El Diluvio fue una obra de juicio de Dios sobre el mundo antediluviano, por haberse corrompido, y Él eligió juzgarlos por su maldad, provocando el citado cataclismo enviando el Diluvio.

¿Cuánto tiempo pasó desde Adán y Eva hasta el Diluvio?

No se sabe, y, al parecer, no hay vestigios arqueológicos cómo para fijar una fecha aunque fuese aproximada. Las diversas fuentes consultadas no se ponen de acuerdo. Unas hablan que el Diluvio sucedió unos 3.000 años a.C., pero otras se refieren a más de 5000 a.C. La Enciclopedia de la Biblia, citada antes, dice que “El diluvio egipcio narrado por Platón en el Timeo y Critias, sucedió unos 9600 años a.C.” (31).

Según la Biblia todo tipo de vida fue creado por Dios en el planeta Tierra durante la Semana de la Creación; y, para nuestra fe cristiana, no importa tanto saber cuándo sucedió exactamente esa Obra de Dios; si hace solo unos 6.000,  12.000 o 20.000 años o cualquier otra fecha. Pero, en ningún caso, podemos creer que la vida surgiera, como dicen los científicos, por generación espontánea, hace unos 3.500 millones de años para la vida más elemental y cerca de un millón de años para los seres humanos; porque si el hombre no fue creado por Dios a su imagen y semejanza, entonces tampoco existe el pecado, y si no existe el pecado en vano murió Cristo por nosotros (Ro. 5:8; Gá. 2:20; etc.). Además la Biblia testifica que la muerte apareció en la Tierra como consecuencia del pecado humano (Romanos 5:12; 1 Corintios 15:21-25).

Romanos 5:12: Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.

1 Corintios 15:21-26: Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. (22) Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. (23) Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.  (24)  Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. (25)  Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. (26) Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.

Por tanto, si creemos a la Biblia y a Jesucristo, no podemos creer todos los relatos científicos.

7. Argumentos bíblicos que hacen incompatible que un cristiano pueda aceptar la teoría de la evolución.

El principal argumento es que la Teoría de la evolución contradice totalmente la Biblia, pues aquella asegura que la vida surgió en la Tierra hace millones de años, y evolucionó desde la materia inerte que existía al principio –la cual tampoco la Ciencia puede explicar cómo apareció– hasta que surgió espontáneamente algo, que todavía no es vida, como una molécula orgánica o similar, que a base añadirle millones de años, evolucionó a un tipo de vida elemental como puede ser una ameba u organismo unicelular, y, añadiéndole más millones de años, iría evolucionando y formándose todos las especies existentes, hasta llegar a las más avanzadas, como los simios o primates, y de estos, con unos cuantos miles de años más, el hombre. ¡Todo esto es increíble e indemostrable!

A continuación transcribo algunos argumentos que extraigo de unos artículos que escribí en enero del 2007 y en enero de 2011.

“Los creyentes en Dios, que todavía quieren contemporizar con la teoría de la evolución, se enfrentan, pues, con la necesidad de establecer que Dios ha intervenido en un momento de la Prehistoria eligiendo a una pareja de simios, para crear, a partir de ellos, a la primera pareja humana perfecta que reúna todas las características que definen al ser humano como tal, es decir, su libre albedrío, conciencia, inteligencia, espiritualidad, capacidad de amar, etc. Sin embargo, esto todavía conlleva problemas, pues para los evolucionistas, la muerte existió desde el principio del mundo, y para un creyente, la muerte surge, al principio de la historia humana, como consecuencia de la acción de desobediencia ejercida con la libre voluntad de nuestros primeros padres, por lo que al separarse e independizarse de Dios que es la causa, fuente y sustento de toda vida, provocaron que la muerte apareciese por primera vez.

“Concluyo que como creyente, la teoría de la evolución no me es útil para avanzar en la fe, en el conocimiento de Dios, en su plan de salvación mediante la muerte expiatoria de su Hijo Jesucristo, en la reconciliación con Dios y con los demás seres humanos; y solo al considerarme adoptado como hijo de Dios, me siento valioso y mi naturaleza humana se ennoblece, y se espiritualiza. Al sentirme, por tanto, miembro de la familia divina y humana, y tener como realidad ya obtenida la salvación y vida eterna, prosigo, como diría San Pablo (Fil. 3), al objetivo de una vida que progrese, en Cristo Jesús, en santificación hasta la muerte, o hasta la segunda venida de nuestro Señor en poder y gloria, manteniendo siempre la bienaventurada esperanza de que si la muerte nos alcanza antes de su venida, tenemos asegurada la resurrección por sus infalibles promesas.

“Necesitamos, por tanto, para que el edificio de nuestra fe se mantenga firme contra toda tempestad, fundamentarnos, no en las arenas movedizas de la Evolución, sino en la Roca de la eternidad que es Cristo, y en su Palabra que alumbra en las tinieblas de este mundo. No hay nada que explique mejor por qué existe la muerte, la maldad y el dolor en este planeta que la Biblia (véase, por ejemplo, Romanos 5:12 e.a.). Por tanto, no nos dejemos influir por los argumentos de la Teoría de la evolución, porque sólo pueden conducirnos a rebajar nuestra condición y nuestras expectativas, como criaturas del Dios misericordioso que ha entregado a su único Hijo, “para que todo aquel que en Él cree pueda tener vida eterna” (Jn. 3:16). Atendamos el consejo de Pablo a Timoteo: “(20) Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas de la falsamente llamada ciencia, (21) la cual profesando algunos, se desviaron de la fe. La gracia sea contigo. Amen” (1 Tim. 6:20,21)” (32).

“Tanto la evolución científica como la teísta adolecen de los mismos inconvenientes, porque se oponen frontalmente a la autenticidad de la inspiración de la Sagradas Escrituras, en lo que se refiere al origen de la vida en la Tierra, el pecado y la muerte, negando radicalmente la literalidad del relato de la creación que aparece en el primer libro de la Santa Biblia, el Génesis. El capítulo uno de este libro relata con claridad que Dios creó todos los seres vivos de los reinos vegetal y animal según su “género” o su “especie”, directamente como vida compleja perfectamente terminada (Génesis 1:11,12; 1:20-27).

“La evolución, tanto la científica como la teísta, requiere miles de millones de años para la transformación de la vida elemental en vida compleja, lo que exige una mutación inteligente de las especies expandiéndose en multitud de formas y organismos que alcanzan su perfección funcional basándose en una selección natural, que viene dada por la supervivencia de la especie más apta para la vida; lo que ello supone partir de un estado primitivo de imperfección que evoluciona, por medio de ciclos de nacimiento y muerte de los organismos previos para que nazcan otros más aventajados.

“Esta filosofía contradice frontalmente la doctrina que se desprende de la Palabra de Dios de que el hombre y la mujer fueron creados perfectos a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26,27), y, además, directamente por Él, mediante una creación especial, no por evolución de especies existentes, sino formados con la palabra de su poder. La primera pareja no hubiera conocido el sufrimiento y la muerte si no hubiera pecado desobedeciendo a Dios. Luego el origen de la muerte es el pecado, la rebelión de la primera pareja humana contra Dios. Así lo confirma el apóstol San Pablo en sus epístolas a los Romanos y a los Corintios (Romanos 5:12; 1ª Corintios 15:21,22).

Romanos 5:12: Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.

1ª Corintios 15:21,22: Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. 22 Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.

“¿Por qué razón los creyentes hemos de preferir la hipótesis evolucionista, aunque sea la teísta, a la creación directa de Dios mediante un “hágase”? ¿Qué ventajas conlleva?

“A mi modo de ver, la única ventaja consiste en que nos pondríamos en armonía con lo que afirma el “mundo”. Estaríamos, entonces, a favor del espíritu de este planeta, y en cambio, en desacuerdo con el Espíritu de Dios que afirma lo contrario. La evolución implica siempre una obra imperfecta, no terminada. Si la primera pareja humana, no era perfecta, hecha a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26,27), se infiere que su evolución continuaba, su estado estaba inacabado, y Él no podría pedirles una obediencia perfecta. Y si la muerte existió desde que hubo vida en la Tierra, ¿qué sentido tiene que Dios les condenase a una muerte que ya padecían y que ya sufrían todas las especies? Nuestra guía nunca puede ser las hipótesis evolucionistas más o menos científicas sino la Palabra de Dios. ¿Qué dice la Palabra?” (33)

Salmo 33:6-9: Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, Y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca. (7) El junta como montón las aguas del mar; El pone en depósitos los abismos. (8) Tema a Jehová toda la tierra; Teman delante de él todos los habitantes del mundo. (9) Porque él dijo, y fue hecho; El mandó, y existió.

Salmo 19:1-4: Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. (2) Un día emite palabra a otro día, Y una noche a otra noche declara sabiduría. (3) No hay lenguaje, ni palabras, Ni es oída su voz. (4) Por toda la tierra salió su voz, Y hasta el extremo del mundo sus palabras. En ellos puso tabernáculo para el sol;

Nehemías 9:6: Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran.

Isaías 45:12,13,18: Yo hice la tierra, y creé sobre ella al hombre. Yo, mis manos, extendieron los cielos, y a todo su ejército mandé. (13) Yo lo desperté en justicia, y enderezaré todos sus caminos; él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos, no por precio ni por dones, dice Jehová de los ejércitos. […] (18) Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo soy Jehová, y no hay otro.

Marcos 10:5,6: Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento; (6) pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios.

8. Conclusión

La Biblia no es un libro de Ciencia; y por eso no nos informa de cuántos años tiene el planeta Tierra, ni de la edad del Cosmos. Pero nos presenta a Dios como el Creador de los cielos y la Tierra (véase Is. 42:5; cf. Sal. 102:25; Heb. 1:10). Y nos dice que “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gn. 1:1). Es decir, Dios existe en la eternidad, y decide crear el Universo y con él el tiempo, y “todas las cosas, las que hay en los cielos y la que hay en la tierra…todo fue creado por medio de él y para él, y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Col. 1:16-17). En este texto se está refiriendo al Cristo preexistente, como Creador de todo lo que existe. Dios crea mediante Su Palabra:

Salmo 33:6-9: Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, Y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca. (7) El junta como montón las aguas del mar; El pone en depósitos los abismos. (8) Tema a Jehová toda la tierra; Teman delante de él todos los habitantes del mundo. (9) Porque él dijo, y fue hecho; El mandó, y existió.

Salmo 19:1-4: Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. (2) Un día emite palabra a otro día, Y una noche a otra noche declara sabiduría. (3) No hay lenguaje, ni palabras, Ni es oída su voz. (4) Por toda la tierra salió su voz, Y hasta el extremo del mundo sus palabras. En ellos puso tabernáculo para el sol;

Nehemías 9:6: Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran.

Hebreos 11:3: Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.

Dios es infinito y no tiene principio ni fin; Él es “el primero y el último” (Is. 44:6), “el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Ap. 1:8,; cf. Ap 1:11,17; 21:6; 22:13); pero el Universo tiene límites, porque está hecho de materia, y la materia es finita y todo lo finito tiene un principio, un momento en el que empieza a existir. De ahí que a Dios nunca se le debe confundir con Su Creación, que es finita y limitada en el espacio y en el tiempo, como hacen los que adoptan la teoría panteísta de que Dios y el Universo son uno.

El “principio” cuando Dios creó “los cielos y la tierra” puede referirse al ”principio” cuando Dios creó el Universo. Pero también puede referirse al  “principio” cuando Dios creó este planeta Tierra con su Sistema Solar. No contradice la Biblia creer que Dios creó en dos “principios diferentes”; o sea en un primer instante, el Universo, y en otro momento posterior del tiempo, nuestro Sistema planetario, donde se ubica la Tierra el Sol y la Luna.

En cualquier caso, ello no afecta en absoluto a nuestra fe en la Biblia, pero de esta manera podemos compatibilizar la enseñanza bíblica con la de la Ciencia.

La Ciencia fija la edad de la Tierra y de nuestro Sistema Solar, en unos 4.500 millones de años, y el inicio del Universo en unos 12.000 a 15.000 millones de años. Tanto la datación de la Tierra como la del inicio del Universo, son datos que no afectan a nuestra creencia en la Palabra de Dios. En cambio, sí nos afecta negativamente que la Ciencia asegure que la vida en la Tierra surgió hace unos 3.500 millones de años, espontáneamente, y que fue evolucionando desde una simple molécula, hasta llegar a convertirse en un esbozo rudimentario de vida, como quizá es la complejísima célula, que, a base de millones de años, se convirtiera en vida más compleja, hasta llegar a los primates. Y en absoluto podemos admitir, que de estos, por evolución, apareciese el hombre, no se sabe con certeza, si hace 2.5 millones de años o solo hace 400.000 años, o 200.000 años.

La Palabra de Dios afirma que “La tierra estaba desordenada y vacía. Es decir, en un principio Dios había creado esa materia inerte caótica, para  posteriormente, cuando lo consideró oportuno, ordenarla o acondicionarla, y crear vida en la Tierra; y esto lo hizo en seis días de 24 horas cada uno; de manera que en el sexto día remató Su obra creando, en primer lugar, los animales de la tierra, y finalmente al hombre, “a su imagen y semejanza, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Gn. 1:25-26).

Y de ninguna manera debemos dudar de la literalidad de la Semana de la Creación, porque es Palabra de Dios, revelada a Moisés, que tuvo el privilegio de hablar personalmente con Dios: “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero…” (Éx. 33:11). A él le fueron entregadas, por Dios, las Tablas de la Ley del Sinaí. Véase, además: Éx. 20:8-11; 31:18: 32:15-16; 33:9-11; Dt. 31:24-26; cf. Éx. 3:1-22; 4:1-17; etc.

Éxodo 20:8-11: Acuérdate del día de reposo para santificarlo. (9)  Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; (10) mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. (11)  Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.

El pasaje anterior (Éx. 20:8-11) corresponde al cuarto mandamiento del Decálogo (el cual no está vigente en el Nuevo Pacto en Cristo) que, junto con los otros nueve restantes, Moisés recibió en “tablas de piedra escritas con el dedo de Dios” (Éx. 31:18). Notemos que la verdad de la Semana de la Creación está avalada y confirmada en Éxodo 20:11, porque es “el dedo de Dios” –que es el símbolo de la acción directa y personal de Dios–  el que escribió: “Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día” (Éx. 20:11).

En relación con cuántos años pasaron desde que Dios realizó la Obra de la Semana de la Creación hasta nuestros días, no es posible obtenerla con exactitud, porque los registros del libro del Génesis recogen solo los datos correspondientes a los patriarcas más significativos que existieron, desde Adán hasta Abraham. No obstante, la inclusión de esos registros generacionales de los citados patriarcas obedece, sin duda, a la intención de Dios de proporcionarnos una aproximación a la fecha en la que apareció la vida y el hombre en este planeta.

Al parecer, y según distintas fuentes documentales citadas arriba, existe coincidencia de que se han encontrado vestigios de la existencia de grupos humanos organizados, que datan de unos 6000 a 8000 años a.C.

También existe bastante consenso, por las pruebas arqueológicas descubiertas, en fijar la fecha del nacimiento del patriarca Abraham hacia el año 1900-2000 a.C. Como, por ejemplo, prueba la siguiente cita:

“La emigración de Térah [otras versiones: Taré, padre de Abraham] con su familia, motivada tal vez por las perturbaciones políticas y sociales que siguieron a la caída de la III dinastía de Ur (ca. 1940 a. C.), obedecía ante todo a un designio providencial sobre Abraham, quien pudo haber recibido ya en Ur la orden de emigrar a Canaán y ser el promotor de la partida: “Yo soy Yahweh que te hice salir de Ur de los Caldeos…” (Gn. 15:7; cf. 11:31) (34).

Esta fuente –Enciclopedia de la Biblia– sitúa a Abraham, cuando aún residía en el hogar de su padre, Taré, en su país natal –Ur de los Caldeos– hacia el 1940 a.C.

La información que nos proporciona la Biblia va dirigida específica y exclusivamente para los habitantes humanos del planeta Tierra; y es la Revelación de Dios para la salvación de la humanidad, que nos muestra el camino (Cristo) y los medios que Dios ha provisto, para que los humanos seamos salvos, por la obediencia a Su Palabra. Es decir, la Palabra de Dios, nos enseña cómo vencer al pecado, la muerte y al diablo, y así obtener el derecho a vivir eternamente felices en “cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 P. 3:13), y donde “Dios mismo morará con nosotros” y “ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Ap. 21:3,4).

Esperando haberme hecho entender, quedo a su disposición en todo lo que pueda servirles.

 

Afectuosamente en Cristo

 

Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com

 

Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com

 


Referencias bibliográficas

*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

Abreviaturas:

AT = Antiguo Testamento
NT = Nuevo Testamento

AP = Antiguo Pacto

NP = Nuevo Pacto

Las abreviaturas de los libros de la Biblia corresponden con las empleadas en la versión de la Biblia de Reina-Valera, 1960 (RV, 1960)

(1) Siglas de varias versiones de la Biblia

La Biblia de las Américas (LBLA)
Dios Habla Hoy-Latinoamericana, 1996 (DHH L 1996)
La Nueva Reina Valera 2000 (NRV2000)
Nueva Versión Internacional 1999 (NVI 1999)
Reina-Valera, 1960 (RV 1960)
Reina-Valera, 1995 (RV 1995)
Biblia de Jerusalén, 2ª Edición 1976 (BJ76)
Biblia de Jerusalén, 3ª Edición 2001 (JER 2001*)
Biblia Latinoamericana, 1995 (BL95)
Biblia Latinoamericana, revisión 1995 (BLA95)
La Biblia de Nuestro Pueblo (BNP)
La Biblia  de Serafín de Ausejo 1975 (BSA)
La Biblia de Luis Alonso-Schöckel y Juan Mateo (BSM)
La Biblia Textual (BTX)
Dios Habla Hoy –Edición peninsular con deuterocanónicos, 2002 (DHHe (D)
La Sagrada Biblia- NT. Edición Universidad de Navarra (EUNSA)
Sagrada Biblia-Versión de la LXX al español por Guillermo Jüneman (Jünemann)
King James Version (KJV)
El Libro del Pueblo de Dios, Levoratti y Trusso (LPD)
Nueva Biblia de Jerusalén de Desclée de Brouwer -1998 (NBJ)
Sagrada Biblia- Nacar  Colunga-1994 (N-C)
Nueva Reina Valera 1990 (NRV90)
Nueva Reina Valera 1990 (adventista )(NRV1990**)
Nueva Versión Internacional (NVI)
Biblia del Peregrino – Luis Alonso Schökel, 1993 (PER)
La Santa Biblia-Martín Nieto (SB-MN)
Los Santos Evangelios-Scio de San Miguel (Scío)
Spanish Reina Valera 2004 (SRV2004)
La Biblia de Oro de Torres Amat actualizada. Terranova Ediciones: (T-AA)
Traducción en lenguaje actual (2002) (TLA)
King James Version W/ strong’s numbers  (KJV+)
NT de Fernando Arcas y Alfonso Fernández  (AF)
Biblia en lenguaje sencillo (BLS)
El Libro del Pueblo de Dios. Levoratti y Trusso (LPD)
Nuevo Testamento de la Biblia Peshsitta en español (NT Peshsitta-ES)

(2) Sistema Solar. https://es.wikipedia.org/wiki/Sistema_solar
(3) La edad del universo. https://es.wikipedia.org/wiki/Edad_del_universo
(4)Logran medir la edad del Universo con una onda gravitacional. (09-01-2018) https://www.abc.es/ciencia/abci-logran-medir-edad-universo-onda-gravitacional-201801091325_noticia.html.
(5) Edad de la tierra, (15-03-2017). https://www.meteorologiaenred.com/edad-de-la-tierra.html
(6) El Sistema Solar. https://es.wikipedia.org/wiki/Sistema_solar
(7) Diccionario RAE. http://dle.rae.es/?id=060008I
(8) Felipe del Rey, Pedro de: Jesús de Nazaret II. Su Persona y sus Obras, pág. 295. Ediciones Alymar, 2013.
(9) Aracil Orts, Carlos, 2014. https://amistadencristo.com: ¿Por qué Dios reposó en el séptimo día, lo bendijo y lo santificó?
(10) El origen del hombre. https://www.uv.es/ivorra/Historia/Historia_Antigua/BigBang.htm
 (11) Diario El Comercio, (7-06-2017) https://www.elcomercio.com/tendencias/descubrimiento-fosiles-antiguedad-homosapiens-africa.html.
(12) El origen del hombre. https://www.uv.es/ivorra/Historia/Historia_Antigua/BigBang.htm
(13) El origen del hombre. https://www.uv.es/ivorra/Historia/Historia_Antigua/BigBang.htm
(14) Enciclopedia de la Biblia. tomo IV, pág. 11. Ediciones Garriga, S.A., Barcelona, 1963.
(15) Diario El Comercio (7-06-2017) https://www.elcomercio.com/tendencias/descubrimiento-fosiles-antiguedad-homosapiens-africa.html.
(16) Toharia, Manuel. 1998. Pág. 150. “Hijos de las estrellas”. Ediciones Temas de Hoy, S.A., 1998.
(17) Las edades de la historia - ¡Resumen fácil!. https://www.unprofesor.com/ciencias-sociales/las-edades-de-la-historia-resumen-facil-1430.html
(18) Los sumerios, la primera civilización del mundo. (27-11-2016)
https://www.elmetropolitanodigital.com/2016/11/los-sumerios-la-primera-civilizacion-del-mundo/
(19) El origen de la civilización. https://www.uv.es/ivorra/Historia/Historia_Antigua/civilizacion.htm
(20) Toharia, Manuel. 1998. Pág. 150. “Hijos de las estrellas”. Edicones Temas de Hoy, S.A., 1998.
(21) Felipe del Rey, Pedro de: Jesús de Nazaret II. Su Persona y sus Obras, pág. 29. Ediciones Alymar, 2013.
(22) Ibíd. Pág. 30.
(23) Ibíd. Pág. 30.
(24) Ibíd. Págs. 30-31.
(25) Ibíd. Pág. 31.
(26) Ibíd. Págs. 31-32.
(27) Ibíd. Pág. 32
(28) Los sumerios, la primera civilización del mundo. (27-11-2016).
https://www.elmetropolitanodigital.com/2016/11/los-sumerios-la-primera-civilizacion-del-mundo/
(29) Aracil Orts, Carlos, 2017. https://amistadencristo.com¿Por qué hay dos distintas genealogías de Jesús?
(30) Felipe del Rey, Pedro de: Jesús de Nazaret II. Su Persona y sus Obras, págs. 33-34. Ediciones Alymar, 2013.
(31) Enciclopedia de la Biblia. Tomo 2, pág. 936. Ediciones Garriga, S.A., Barcelona, 1963.
(32) Aracil Orts, Carlos, 2007. https://amistadencristo.com: ¿Es compatible la fe en Dios de la Biblia con la teoría de la evolución?
(33) Aracil Orts, Carlos, 2011. https://amistadencristo.com: ¿Fue el Universo creado por la Palabra de Dios o por un proceso de evolución?
(34) Enciclopedia de la Biblia. Tomo I, pág. 63. Ediciones Garriga, S.A., Barcelona, 1963.

 

<Anterior><Arriba> <Siguiente>

 

Usted es el visitante: