Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

Preguntas y Respuestas

Sobre la salvación (Soteriología)

 

¿Tenía el pueblo de Israel esperanza en la Resurrección?

 

Versión 26-11-12

 

Carlos Aracil Orts

1.  Introducción*

Estimado hermano Elvis, las siguientes cuestiones que me plantea son muy interesantes:

 “¿Qué conocimiento de la resurrección de los muertos tenían algunos personajes bíblicos del Antiguo Testamento como Job y El Predicador?

¿Alcanzaban ellos a concebir una redención del hombre para vida eterna, algún nuevo nacimiento de alguna forma, o definitivamente no, porque en Hebreos nos habla de que los patriarcas y otros personajes si lo vislumbraban por la fe?”
(Elvis)

Debemos tener en cuenta que el Antiguo Testamento (AT) es revelado por el Espíritu Santo a los profetas durante un espacio de tiempo de unos mil años. Esa Revelación es progresiva. En el Nuevo Testamento (NT), con Jesús y los apóstoles se llega a la totalidad de la Revelación, de tal manera que nadie puede quitar ni añadir nada a ella (Apocalipsis 22:19).

Lógicamente, el pueblo del AT no disponía de una revelación específica y detallada sobre el destino de los muertos. Pero no cabe duda que todos los patriarcas tenían la esperanza de que con la muerte no terminaba todo, sino que Dios era poderoso para devolver la vida y que algún día restauraría el Paraíso que perdió Adán y Eva.

En el cuerpo de este estudio bíblico analizaremos los siguientes textos, que prueban que todos los patriarcas, Job y Salomón, el Predicador, tenían puesta su esperanza en un Redentor que al final de los tiempos les libraría de la muerte, mediante la Resurrección:

Job 19:25-27: Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo;  (26)  Y después de deshecha esta mi piel,  En mi carne he de ver a Dios;  (27)  Al cual veré por mí mismo,  Y mis ojos lo verán, y no otro,  Aunque mi corazón desfallece dentro de mí.

Lucas 20:37-39: Pero en cuanto a que los muertos han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.  (38)  Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven.  (39)  Respondiéndole algunos de los escribas, dijeron: Maestro, bien has dicho.

Hebreos 11:13-19: Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. (14)  Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria;  (15)  pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver.  (16)  Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.  (17)  Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, (18)  habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; (19)  pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.

2. ¿Hasta que punto tenían conocimiento de la resurrección de los muertos las personas del AT?

Esta pregunta solo podemos responderla desde la revelación que Jesús y los apóstoles proporcionan en el NT. Porque los cristianos interpretamos el AT a la luz del Nuevo, basándonos en los testimonios de Jesús y sus discípulos. Por ejemplo, en los siguientes textos que cito a continuación, Jesús declara que “en cuanto a que los muertos han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob” (Lucas 20:37). Luego, es evidente que el pueblo de Israel siempre tuvo la esperanza de la resurrección, puesto que la había enseñado Moisés. Recomiendo siempre que se lea el contexto amplio en el que se inserta el texto esclarecedor de Jesús:

Lucas 20:27-39: Llegando entonces algunos de los saduceos, los cuales niegan haber resurrección, le preguntaron,  (28)  diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere teniendo mujer, y no dejare hijos, que su hermano se case con ella, y levante descendencia a su hermano.  (29)  Hubo, pues, siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin hijos.  (30)  Y la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos.  (31)  La tomó el tercero, y así todos los siete, y murieron sin dejar descendencia.  (32)  Finalmente murió también la mujer.  (33)  En la resurrección, pues, ¿de cuál de ellos será mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer?  (34)  Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y se dan en casamiento;  (35)  mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento.  (36)  Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.  (37)  Pero en cuanto a que los muertos han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.  (38)  Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven.  (39)  Respondiéndole algunos de los escribas, dijeron: Maestro, bien has dicho.

Por otro lado, el autor del libro de Hebreos, posiblemente, san Pablo, ratifica que las gentes creyentes del pueblo de Israel murieron “sin haber recibido lo prometido”  esperando y anhelando la patria celestial (Hebreos 11:13-19). Por tanto, ellos –el pueblo de Israel–, al igual que nosotros los cristianos, también tenían la esperanza que su “ciudadanía estaba en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Filipenses 3:20). Leamos el texto en su contexto:

Hebreos 11:13-19: Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. (14)  Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria;  (15)  pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver.  (16)  Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.  (17)  Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, (18)  habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; (19)  pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.

Con estos textos considero suficientemente probado que el pueblo de Israel, incluso Adán y Eva, inmediato a su misma caída, recibieron la promesa de un Redentor, quien heriría a la serpiente antigua (Génesis 3:1-5; Apoc.12:9; 20:2) en la cabeza, es decir, vencería al pecado, al diablo, y a la muerte (Génesis 3:15). Y, más tarde, a Abraham Dios le renueva la promesa de salvación (Génesis 12:3; 22:18; Gálatas 3:16), que vendría a través de su simiente, “la cual es Cristo” (Gálatas 3:16). Luego, por la fe en ese Salvador, fueron justificados, teniendo la esperanza de la resurrección (Hebreos 11:19).

Hebreos 11:17-19: Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, (18)  habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; (19)  pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir

Gálatas 3:16: Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.

3. “¿Qué conocimiento de la resurrección de los muertos tenían algunos personajes bíblicos del Antiguo Testamento como Job y El Predicador?”

Además de esta interesante pregunta, que puede haber quedado respondida con lo expuesto arriba, usted, estimado hermano, también se hace la siguiente lógica reflexión:

“En el capitulo 14 de Job, él, en su discurso, deja ver que entendía que los muertos no volverían a la vida, que Dios si tiene el poder para volverlos a la vida, pero al parecer el no vislumbra como parte del plan de Dios la resurrección de los muertos para vida eterna, ahora si es así, como encaja este discurso con el de Job Cap. 19:25 pronunciado por el mismo.

En el Caso del Predicador (Eclesiastés) la muerte es su razón de desesperanza, porque para él, si bien entiendo, el hombre después de la muerte no se vuelve a levantar, es vanidad. 

Ahora; en los dos casos se habla específicamente de la relación de la muerte y del hombre natural, terrenal, no nacido del espíritu,  pecador,  cuando dice ¨el hombre nacido de mujer¨ y ¨quien hará limpio a lo inmundo¨. El Predicador lo manifiesta al aclarar que habla acerca del hombre ¨debajo del Sol¨ que es vanidad.” (Elvis).

Analicemos, en primer lugar, si existe contradicción entre lo que manifiesta Job en el capítulo 14 y lo que declara en el capítulo 19 verso 25. Él, en los primeros diez versículos del capítulo citado, describe con verdadero realismo lo efímera que es la vida del ser humano, porque su vida es corta, y su fin es la muerte, y se pregunta, como hacemos todos los humanos, ¿dónde va a parar él; o “dónde estará él?”. Pero la clave está en el versículo 12: “Así el hombre yace y no vuelve a levantarse;  Hasta que no haya cielo, no despertarán, Ni se levantarán de su sueño”. Aquí Job, claramente, demuestra su esperanza en la resurrección. Pero él sabe que ese despertar no sucederá  “Hasta que no haya cielo”. Es decir, hasta que se produzca la resurrección de los muertos, el fin de este mundo, y la instauración de un nuevo mundo, en las moradas celestiales que Jesús ha preparado para todos los que le aman (Juan 14:1-3; Fil. 3:20; Hebreos 11:10; 1ª Tesalonicenses 4:13-18).

La Biblia afirma que los muertos permanecen en un sueño, de total inconsciencia, hasta que son “despertados” (Daniel 12:2; Juan 5:28-29; 11:11-14, 17,25-27; etc.) en la Resurrección, que es realizada por Jesús, en el día del fin del mundo, cuando Él vuelva en gloria (1ª Tesalonicenses 4:13-18). Leamos, también el contexto de Job 14:12:

Job 14:10-15: Mas el hombre morirá, y será cortado;  Perecerá el hombre, ¿y dónde estará él?  (11)  Como las aguas se van del mar,  Y el río se agota y se seca,  (12)  Así el hombre yace y no vuelve a levantarse;  Hasta que no haya cielo, no despertarán,  Ni se levantarán de su sueño.  (13)  ¡Oh, quién me diera que me escondieses en el Seol,  Que me encubrieses hasta apaciguarse tu ira,  Que me pusieses plazo, y de mí te acordaras!  (14)  Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi edad esperaré,  Hasta que venga mi liberación.  (15)  Entonces llamarás, y yo te responderé;  Tendrás afecto a la hechura de tus manos.

Claramente, Job, en el capítulo 19, verso 25, no contradice lo que aseveró en el capítulo 14. Porque él, además, dijo: Todos los días de mi edad esperaré,  Hasta que venga mi liberación. Esa liberación venía de la mano de Su Redentor, en el día de la Resurrección:

Job 19:25-27: Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo;  (26)  Y después de deshecha esta mi piel,  En mi carne he de ver a Dios;  (27)  Al cual veré por mí mismo,  Y mis ojos lo verán, y no otro,  Aunque mi corazón desfallece dentro de mí.

En el libro de Eclesiastés, el predicador, que no es otro que el rey Salomón, hijo de David, no afirma ni niega la resurrección, sino que se limita, sabiamente a describir –como hacía Job en los primeros versos del capítulo 14– con realismo lo que es la vida humana y la muerte, dejando claro, que nadie podrá hacer nada después de muerto; nos viene a decir, que solamente hay una oportunidad donde se decide nuestro destino, y es en esta vida, porque la muerte pone fin a la vida, es el fin, hasta que Dios devuelva la vida en la resurrección final. No hay, pues, que poner las esperanzas, en supuestas purificaciones del alma o el espíritu en el Purgatorio, ni en sucesivas reencarnaciones como medio de alcanzar la perfección. Todo eso no es bíblico.

Eclesiastés 9:10: Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.

Eclesiastés 9:5-6: Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido.  (6)  También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol.

Espero haberle aclarado sus dudas, no obstante, quedo a su disposición para lo que pueda servirle

Afectuosamente en Cristo.

Bendiciones

 

Carlos Aracil Orts

www.amistadencristo.com

 

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Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com

 

 

 

 

 

*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo que se indique expresamente otra vesión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

 

 

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