Amistad en Cristo - Carlos Aracil Orts

Debate Teológico sobre la Salvación

 

Versión 04-01-2010

 

Carlos Aracil Orts

Antecedentes

La idea de realizar este debate fue sugerida por Don José Luis Mira, Licenciado en Geografía e Historia. Aprovecho, para agradecer, desde aquí, a Don José Luis, por su magnifica idea, que le surgió con la lectura de mi estudio bíblico* “el Pecado, la Ley y la Gracia”. Espero sea bien acogida por la generalidad de los lectores de esta web, a los que agradeceré también todas sus aportaciones.

En primer lugar, se presenta el escrito de Don José Luis Mira, con el que se inicia este debate, que comenta y plantea varios interrogantes sobre la salvación y sus fundamentos bíblicos en la que se sustenta, así como los problemas teológicos que se suscitan al encarar este trascendente asunto, que afecta a todos los seres humanos, de forma abierta, sin prejuicios, pero siempre ajustándose a lo que nos ha revelado la Palabra de Dios, tratando de no “...pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros.” (1ª Corintios 4:6 úp.).

En segundo lugar, encontraremos mi respuesta a Don José Luis Mira, en la que abordo los temas por él planteados, y trato de responderlos desde mi perspectiva bíblica. Se refieren estos temas a la validez de la cronología bíblica a la luz de la ciencia actual, la obligatoriedad o no del bautismo para la salvación del creyente, y por último, si el ser humano una vez convertido a Cristo, o sea nacido de nuevo del “agua y del Espíritu” (Juan 3:5), puede pecar gravemente o rechazar a Cristo y perder la salvación.

En tercer lugar, respondo a la pregunta de nuestro amigo Martin sobre si las siguientes palabras que Jesucristo declara a Nicodemo, "Respondió Jesús: de cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios." (Juan 3:5), se referían al bautismo cristiano.

A continuación, podemos leer unas magníficas aportaciones a este debate proporcionadas por Don Juan Alberto Rodríguez, al que he conocido, por este medio, con el seudónimo de "Abel". Él es un joven de México, que tiene veintiocho años, en la actualidad en la que hago esta publicación, mayo de 2012, y a la vista de su edad, y de los profundos, eruditos y bien documentados artículos que ha aportado a este debate, le auguro muchas bendiciones de Dios y de los hermanos en la fe que lean los siguientes estudios bíblicos, que se publican al final de lo que hemos citado con anterioridad:

"Comentario exegético de Hebreos 6.4-6"

"¿Cuál es la voluntad de Dios respecto de la salvación?"


 

José Luis Mira

Inicio del debate teológico sobre la salvación

 

4 de enero de 2010

 

Estimado Carlos, he leído con interés tu estudio sobre el Pecado y la Salvación por la Gracia de Dios en Xto. En general estoy de acuerdo en casi todo lo que dices, aunque tengo algunas objeciones de detalle.

La Cronología bíblica y su importancia en la doctrina de la salvación

La primera es con respecto a la cronología bíblica, que no creo puede ser tomada literalmente. Lo de seis días, al igual que su conversión en 6.000 años, creo que es una ilustración que nos orienta sobre un proceso, no un "hecho" real en sí mismo. Lo mismo me sucede con Adán y Eva y con su condición de santidad originaria. Creo que son ilustraciones sobre la condición humana que, teniendo capacidad moral e intelectual para reconocer y obedecer a Dios, se degrada a sí misma continuamente, es decir: desde el principio, por un exceso de ambición. En resumidas cuentas: para mí el fondo es cierto, pero la forma es una pura metáfora (desde el punto de vista de los conocimientos científicos, etc, que hoy tenemos).
 
La necesidad del bautismo por inmersión para la salvación.

Otro punto con el que no estoy totalmente de acuerdo es con la necesidad del bautismo por inmersión para la salvación. Reconozco que el simbolismo de este bautismo es mucho mayor que el del bautismo por aspersión....pero de todas formas lo que creo más importante es el bautismo por el Espíritu Santo (es decir, el 2º nacimiento). Si el bautismo de agua se puede relacionar con la predicación de Juan el Bautista, el del E.Santo es propio del Evangelio de Jesucristo. El primero expresa la "necesidad de limpieza" que experimenta todo aquel que ha sido "tocado" por la Gracia de Dios y que, por lo tanto, ve insuficientes todos los medios humanos creados para "justificar" al pecador. No obstante, este bautismo no puede pretender una verdadera regeneración moral y espiritual del creyente, aunque sí comporta un fuerte testimonio social y humano, ante los demás.

Sólo cuando un pecador se entrega realmente a Jesucristo para salvación hay un verdadero 2º nacimiento y estimo que esto puede suceder SIN el bautismo de agua, aunque lo que la Escritura parece recomendar es que ambos bautismos vayan lo más unidos y relacionados que sea posible.
 
¿Puede el cristiano pecar gravemente y perder la salvación?

El otro punto que me parece importante e insuficientemente tratado es el que hace referencia a la pregunta que considero fundamental: ¿puede el cristiano pecar gravemente y perder la salvación?

Es un punto difícil, en el que pesan mucho las convicciones teológicas de cada uno.....
 
Parece que la Escritura reconoce que en el cristiano verdaderamente convertido y "nacido de nuevo" siguen existiendo inclinaciones carnales que darán origen -inevitablemente- a pecados reales, los cuales son perdonados por la Gracia de Dios, en tanto en cuanto nacen más bien de la distracción y de la debilidad que de una verdadera inclinación al mal. Por eso dice la Escritura que el pecado no prevalecerá en ellos.

Desde ese punto de vista es IMPOSIBLE que el cristiano verdadero pueda cometer el pecado imperdonable (que en realidad es aquel pecado que implica una deliberada y total exclusión de la Gracia de Dios en Xto).

Las advertencias (terribles....) que podemos encontrar en Hebreos, se dirigirían -por lo tanto- a cristianos nominales que, no habiendo experimentado la regeneración espiritual, están todavía en un estado de perdición (aunque exteriormente pudiera parecer lo contrario).

He leído -y me parece muy correcto- que la diferencia entre el cristiano y el no cristiano, no es que el primero NO COMETA pecados y el segundo SÍ LOS COMETA, sino más bien que en el cristiano PREVALECE la orientación marcada por la gracia (por lo que el pecado en él es la excepción y no la regla...) mientras que en el NO CRISTIANO, prevalece la orientación hostil a Dios, marcada también por la enemistad al prójimo.....(por lo que el pecado en él es la regla y la conducta realmente virtuosa es aparente o fingida, aunque no se puedan excluir frutos relativamente buenos en el ámbito del afecto natural hacia los familiares, amigos, por la llamada gracia natural o común).
 
En fin, tocamos un tema realmente complejo y difícilmente nadie se encontrará totalmente justificado como para patrimonializar la verdad de la Escritura.
 
No tengo pegas si decides compartir el contenido de este mensaje con otros contactos (si lo ves útil en algún sentido).
 
Saludos en Xto
 
Josep Lluís Mira

 


 

Debate Teológico sobre la Salvación (Respuesta)

 

Versión: 6-01- 2010

 

Carlos Aracil Orts

 

Introducción**

Estimado José Luis, me alegro mucho que estemos de acuerdo en cuanto a lo fundamental de mi estudio sobre “el Pecado, la Ley y la Gracia”. Es bueno, hermoso y agradable “...que todos lleguemos a la unidad de la fe...” (Efesios 4:13).

En tu correo planteas tres apartados muy interesantes e importantes. El primero, sobre la cronología bíblica, se enfrenta a los postulados de la ciencia que se refieren a la edad de la vida en este planeta, lo cual es siempre muy controvertido, porque no podemos discutir a la ciencia sin riesgo de que nos llamen ignorantes e ingenuos.

El segundo tema que abordas es sobre si el bautismo es necesario para la salvación. Y por último, si el cristiano fiel puede llegar a perder la salvación. Son temas todos ellos muy importantes, como decíamos antes, sobre los que voy a dar mi modesta opinión a continuación. Con vuestro permiso enviaré este correo a varios de mis amigos y también a Martín, y con permiso de éste, os enviaré, en correo separado, mi respuesta a una pregunta relacionada con este tema del bautismo que le respondí hace solo unos días. Con esta breve introducción, vamos ya a enfrentarnos con los puntos citados arriba.

1. La Cronología bíblica y su importancia en la doctrina de la salvación

¿Puede tomarse literalmente la cronología bíblica? ¿Cuántos años hace que hay vida sobre este planeta? ¿6.000 años? ¿10.000? ¿12.000? o ¿Acaso 3.000.000.000 años como asegura la ciencia?

El primer desacuerdo, que no es de menor importancia, radica, cómo no, en la cronología bíblica, que según tu opinión no puede ser tomado literalmente. Es decir, nos estamos refiriendo a los temas denostados por la Ciencia como son, los seis días de la creación, el inicio de todos los tipos de vida, vegetal, animal y humana hace aproximadamente unos 6.000 años, y la condición de santidad originaria de Adán y Eva.

¿Son mero simbolismo los minuciosas genealogías descritas en muchas partes de la Biblia (Mateo 1:1-17; Lucas 3:23-38; Gén. 5:1-32;6:9; 10:1-32;11:10-26;11:27-32?

¿No crees que descripciones genealógicas tan detalladas pretenden, contrariamente a lo que tu piensas, demostrarnos la literalidad real de la creación? Todas ellas tienen el propósito de revelarnos a un Dios cercano y creador directo de la primera pareja a su imagen y semejanza (Génesis 1:26, 27; 5:1, 2). Sin embargo, la teoría de la evolución afirma que nuestro Padre no es Dios sino algún simio aventajado que dirigido por la “sabia evolución” se ha ido transformando hasta hacerse a imagen de Dios. ¿No es esto un tanto irracional? ¿No atenta este concepto contra la misma Revelación de Dios? ¿Creeremos antes a las corrientes filosóficas y científicas de este mundo, que a Dios (Tito 1:2; Hebreos 6:18; Romanos 1:25?)

Si lo que afirma la Ciencia sin que pueda demostrarlo fuese cierto, es decir que la vida aparece por azar, hace tres mil millones de años, como una especie de bacteria u organismo unicelular, que deriva de lo simple hasta lo más complejo, y que a través de millones de años y mutaciones, desemboca en la formación de las distintas especies, lo que dice la Santa Biblia sería falso. Hay una total incompatibilidad, porque la teoría de la evolución implica que la muerte existió siempre, incluso antes del surgimiento del “homo sapiens”, y por tanto, antes de que el pecado surgiera. Aparte de lo irracional del planteamiento, que parece dar a la evolución inteligencia para saber adónde se dirige y cuántos tipos de organismos ha de crear, implica, además, un concepto inaceptable para el creyente cristiano, y es que Dios crea seres o vidas imperfectos que en su evolución progresan a una mayor perfección y complejidad, lo cual contradice, en mi opinión, totalmente la revelación bíblica.

Si la primera pareja humana no hubiera sido perfecta y santa en todos los órdenes no sería justo que Dios les hiciera responsables de haberle desobedecido y pecado contra Él, condenándoles a morir irremisiblemente.

Respeto tu opinión que, al igual que la de la iglesia Católica, trata de conjugar lo que afirma la ciencia con lo que dice la Biblia. Los creyentes no podemos entrar en los argumentos “científicos” porque la mayoría no somos científicos, y cuando pretendemos defender nuestra fe entrando en su campo somos fácilmente derrotados. Nuestra fe se fundamenta en que Cristo vino al mundo a expiar nuestros pecados y a vencer a la muerte. La ciencia jamás entenderá ni admitirá todo eso. El problema del pecado es tan grave que Dios tuvo que morir en Cristo, entregándose así mismo por una humanidad que vivía ajena a Él y a su plan redentor. Al respecto, quizá tiene razón el Pastor Haroldo Camacho cuando afirma que no debemos oponer “Creación” a “Evolución” sino “justificación por la fe versus evolución” (Recomiendo leer este articulo del debate “Evolución versus creación” de mi web www.amistadencristo.com).

Quiero concluir este primer punto de desacuerdo citando el consejo de Pablo a Timoteo que considero totalmente aplicable en la actualidad a todos los cristianos.

1ª Timoteo 6:20: “20 Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, 21 la cual profesando algunos, se desviaron de la fe. La gracia sea contigo. Amén.”

2 ¿Es necesario el bautismo para la salvación?

Primero de todo, deberíamos aclarar si vale de algo bautizar a niños que todavía no tienen uso de razón, y por tanto no pueden entender la doctrina cristiana, ni tomar por sí mismos la decisión de aceptar a Cristo como su salvador personal. Puesto que el bautismo en sí mismo no salva ni puede perdonar pecados, lo que salva es la fe con que se acepta el mismo. En mi opinión, cualquier tipo de bautismo sólo tiene sentido, si interviene la razón y la voluntad humana para aceptar conscientemente lo que Dios está ofreciendo mediante él.

Podemos dejar aparte lo de si el bautismo debe hacerse por aspersión o por inmersión, y centrarnos, solo en sí es obligatorio para la salvación.
 
¿Es el bautismo un mandamiento del Señor en el Nuevo Pacto?

Si decimos que sí a esta pregunta, cabe preguntarse a continuación lo siguiente:

¿Puede un cristiano salvarse si transgrede voluntaria y conscientemente algún mandamiento de Dios?

Veamos que nos dice el NT respecto a la primera pregunta.

Mateo 28: 19, 20: “19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”

Marcos 16: 15:, 16: “15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. 16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Creo que Jesús es bastante claro y contundente con esta declaración. El creyente debe ser bautizado, después de que se declara creyente, para cumplir la voluntad de Dios.

Hechos 2:38- 42: “38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. 40 Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. 41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. 42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.”

1ª Pedro 3:18-22: “18 Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; 19 en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, 20 los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua. 21 El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo, 22 quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades.”

El bautismo en sí mismo no produce la verdadera regeneración moral y espiritual del creyente, sino la acción transformadora de la Palabra de Dios y del Espíritu Santo (1ª Pedro 1:23; Santiago 1:18).

¿Para qué sirve, pues, el bautismo? ¿Es sólo un rito? ¿Sirve sólo para dar un fuerte testimonio social y humano de nuestra fe cristiana ante los demás?

Querido José Luis, estoy totalmente de acuerdo contigo en este párrafo tuyo:

“Sólo cuando un pecador se entrega realmente a Jesucristo para salvación hay un verdadero 2º nacimiento y estimo que esto puede suceder SIN el bautismo de agua, aunque lo que la Escritura parece recomendar es que ambos bautismos vayan lo más unidos y relacionados que sea posible.”
 
En mi estudio sobre “El Pecado, la Ley y la Gracia” afirmo eso mismo:

“Desde el momento en que creemos que Jesucristo es el Hijo de Dios, y nuestro redentor, pues nos ha rescatado con su sangre, recibimos el perdón de todos nuestros pecados (Hechos 16:30-34; 8:36-39; 2:38; 5:31; 10:43; 10:38; 26:18; Efesios 1:7; Colosenses 1:14), y somos salvos para la vida eterna. La justificación, o lo que es lo mismo, el perdón de todos nuestros pecados, pasados, presentes y futuros nos ha abierto el camino al cielo. (Romanos 4:21-24; Hebreos: 10:19-25).”

El bautismo es un signo exterior que confirma ante uno mismo y ante el mundo una realidad que se ha producido en el corazón del creyente: su nacimiento espiritual, su conversión a Dios. El creyente se bautiza no para cumplir de forma legalista un rito religioso más, sino que debe dar ese paso con toda consciencia de lo que significa: Su primer acto de fe. Así como Abraham al obedecer el extraño mandato de Dios de ofrecer el sacrificio de su único hijo Isaac que demandaba Dios, se perfeccionó su fe, así también se perfecciona la fe del creyente que se bautiza siendo sumiso a la voluntad de Dios (Santiago 2:21-23, 25).    

El creyente cuando se bautiza está evidenciando a él mismo y a todos los que asisten a la ceremonia bautismal lo siguiente:

A) Que cree firmemente que todos sus pecados han sido perdonados y que ha sido declarado justo ante Dios (Hebreos 10:10,14; Tito 3:5-7; Efesios 1:13; Romanos 3:24; 4:3).

B) Que desde ese momento ha muerto para el pecado. Ya no es esclavo del pecado. (Romanos 6:2, 10-14, 17, 18-23).

C) Que su inmersión en el agua representa que ha sido “...sepultado/s juntamente con él [Cristo] para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” (Romanos 6:4)

Resumiendo: Dios es el que salva por medio de nuestra fe (Romanos 5:1,2). El bautismo es un signo externo que no tiene sentido aparte de nuestra fe. El bautismo es un mandamiento de Dios. Obedecemos este mandamiento como cualquier otro, no para salvarnos sino porque somos salvos y deseamos complacer a Dios en todo, y porque sabemos que así se perfecciona nuestra fe. Con él, damos honra y gloria a Dios, testificando, al mismo tiempo, a los demás, de las grandes cosas que Dios ha hecho en nosotros. La inmersión en agua simboliza nuestra muerte al pecado, nuestra sepultura juntamente con Cristo y nuestra resurrección a una nueva vida regenerada por el Espíritu santo. En mi opinión, lo que dijo Cristo a Nicodemo, en Juan 3:5, “...el que no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.”, significa que el Espíritu nos hace nacer por medio de su Palabra (1ª Pedro 1:23; Santiago 1:18) y nacer del agua simboliza perfectamente la resurrección a la nueva vida.

3.  ¿Puede el cristiano pecar gravemente y perder la salvación?

José Luis, suscribo totalmente lo que afirmas en este punto. Efectivamente, es un tema del que nadie puede decir la última palabra, porque sólo Dios sabe estas cosas. No obstante, si que podemos razonar acerca de todo lo que la Sagrada Escritura nos ha revelado al respecto, lo cual no es poco.

En primer lugar, todo cristiano fiel y maduro debe vivir en la seguridad de la salvación, no dudando nada que ya ha sido salvo por la fe en la sangre derramada por Cristo. No es algo que sucederá cuando Cristo venga en gloria a llevarnos con Él al cielo. Desde el mismo momento en que hemos creído firmemente en Jesús por la gracia de Dios, Él, “...nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, (14) en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.” (Colosenses 1:13). La salvación, pues, no está en el futuro, sino en el pasado, Cristo murió por mí, yo lo acepto y vivo en consecuencia. Ya soy salvo, porque he sido librado de las tinieblas y  llevado al reino de Cristo (Véase además Hebreos 10:10, 14).

2ª Tesalonicenses 2: 13-15: “13 Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, 14 a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. 15 Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.16 Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, 17 conforte vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra.”

Dios, nos ha llamado mediante su evangelio y hemos sido santificados por su Espíritu y la fe en la verdad. Si permanecemos firmes en esta doctrina, “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? (Romanos 8: 35). Además, hemos sido escogidos “en él [Cristo] antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él.” (Efesios 1:4; léase además Efesios 1:3-14; Romanos 8:28-30). Fijémonos que Dios nos escoge para que seamos santos y sin mancha delante de Él. Por tanto, juzguémonos u observémonos a nosotros mismos, si vamos por el camino de santidad, o por otro distinto. Nuestra visión siempre debe estar puesta en nuestra meta, que es la santidad en Cristo, para no desviarnos por caminos tortuosos, no que puedan hacer perder la salvación, sino que al apartarnos del verdadero camino (Cristo es el camino, Juan 14:6) sufriremos mucho hasta volver al único camino que conduce a vida eterna.

Romanos 8: 31-39: “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? 32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? 33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. 34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. 35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 36 Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. 37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”

La Santa Biblia nos da muchas más razones para que no dudemos en ningún momento que la salvación está garantizada por Dios. No hay accidente, ni percance, ni ninguna circunstancia externa a nosotros que pueda oponerse en la voluntad de Dios, para evitar que seamos salvos. En cierto sentido, no depende de nosotros sino que está en manos de Dios (Apocalipsis 7:10). ¿Qué nos corresponde a nosotros? Mantenernos firmes en la fe, mediante la comunión con Dios y su Palabra.

Filipenses 2: 12-16: “12 Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, 13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. 14 Haced todo sin murmuraciones y contiendas, 15 para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; 16 asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado.”

Ocupémonos, pues, de nuestra salvación, que ya es un hecho pero que no se debe descuidar. Sin embargo, tengamos siempre la total seguridad, “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;” (Filipenses 1: 6). Veamos también todo el contexto que es muy pedagógico:

Filipenses 1: 3-11: “3 Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros, 4 siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros, 5 por vuestra comunión en el evangelio, desde el primer día hasta ahora; 6 estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; 7 como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia. 8 Porque Dios me es testigo de cómo os amo a todos vosotros con el entrañable amor de Jesucristo. 9 Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento, 10 para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, 11 llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.

Concluyendo, nuestra salvación es un hecho que está en el pasado, en el momento que aceptamos a Cristo por la fe, y no en el futuro. No podemos dudar de esto, porque sería hacer a Dios mentiroso (Hebreos 6:17-20). Sin embargo, esa garantía de la salvación nunca debe conducirnos a la jactancia, orgullo espiritual e insensatez, sino que debemos ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor, reconociendo en todo momento que somos pecadores, débiles en nuestra carne, con muchas flaquezas que nos harán pecar muchas veces pero casi nunca voluntariamente, porque “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.” (1ª Juan 3:9). Sin embargo, tengamos en cuenta que “si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. (1ª Juan 1:8).

¿Y si pecamos? Perdemos la comunión con Dios hasta que nos arrepentimos, reparamos la falta y pedimos perdón a Dios, y nuestra comunión con Dios es restaurada “Si confesamos nuestros pecados, él [Dios] es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. (1ª Juan 1:9). Sin embargo, la salvación cuando uno ha nacido de  nuevo del “agua y del Espíritu” (Juan 3:5) nunca se pierde.

4. Conclusión. ¿El que ha nacido de nuevo puede perder la salvación?

No podemos asegurar tajantemente que el que ha nacido de nuevo no pueda perder jamás la salvación. Sin embargo, en mi modesta opinión, creo que el cristiano auténtico y fiel nunca, y por ninguna circunstancia, puede perder la salvación.

Como hemos visto, la Santa Biblia nos da una total seguridad y garantía de la salvación en Cristo, y con respecto a si este don preciosismo que Dios nos ha dado se puede perder, dejo a cada uno que medite en la Palabra y que luego obtenga sus propias conclusiones:
 
Hebreos 10:26-31: “26 Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, 27 sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. 28 El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. 29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? 30 Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. 31 ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!”

Hebreos 6:4-12: “4 Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, 5 y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, 6 y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio. 7 Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios; 8 pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada.

9 Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así. 10 Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún. 11 Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, 12 a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.”

 

Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com

Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com

 


 

Continúa Debate Teológico sobre la Salvación

 

“¿Crees que Juan 3:3,5 apunta al bautismo en agua?”

 
Versión 12-01-2010

 

Carlos Aracil Orts

1. Introducción

Estimado Martin, me alegro que hayas leído mi artículo, “El Pecado, la Ley y la Gracia”, y agradezco la pregunta que me haces, la cual, con la ayuda de Dios, trataré de contestar a continuación. Los versículos claves son los siguientes:

Juan 3: 3, 5, 6: “3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

(5) Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.”

Tu pregunta que transcribiré a continuación, surge del primer párrafo de “¿A partir de qué instante se evidencia material o físicamente esa salvación?,  del estudio sobreEl pecado, la Ley y la Gracia”:

"Dios nos exige un acto que demuestre nuestra fe, el bautismo por inmersión en agua (Hechos 2:38). Es un acto de fe porque implica haber aceptado el evangelio de la salvación por gracia como un don gratuito dado por Dios, en el que no interviene ninguna obra ni mérito humano, para que no podamos jactarnos de nada (Romanos 3:27). Es también nuestra primera obra de obediencia a su Palabra. La fe se prueba con nuestras obras de obediencia a Dios y a su Evangelio. Como dice el apóstol Santiago, “la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” (Santiago 2:17-24). En ese mismo momento nacemos de nuevo, es decir, nacemos de agua y del Espíritu (Juan 3:3,5), y se nos imparte el don del Espíritu Santo (Hechos 2:38; Juan 7:37-39;14:17, 26; Efesios 1:13, 14)." (Primer párrafo de “¿A partir de qué instante se evidencia material o físicamente esa salvación?,  del estudio sobreEl pecado, la Ley y la Gracia”).

2.“¿Crees que Juan 3:3,5 apunta al bautismo en agua?”

En mi modesta opinión lo que declara nuestro Señor Jesús es esencialmente que el nuevo nacimiento de cada ser humano a la fe cristiana se produce por la acción del Espíritu Santo. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.” (Juan 3:6). El agua simboliza dos cosas al mismo tiempo:

A) La Palabra de Dios

B) El bautismo por inmersión

¿Qué medio utiliza el Espíritu Santo para convertir y convencer de pecado a los seres humanos?

“Dios llama a cada ser humano mediante su Evangelio (Romanos 1:16; 10:17), le convence de su culpabilidad mediante la ley moral y lo lleva a Cristo (Romanos 10:4; Gálatas 3:24).” (Primer párrafo “Resumiendo el proceso de salvación de lo seres humanos, del estudio sobreEl pecado, la Ley y la Gracia”).

Romanos 1:16, 17: “16 Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. 17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.”

Romanos 10:8-13: 8 Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: 9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. 11 Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. 12 Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; 13 porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? 15 ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! 16 Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? 17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.”

La conversión del ser humano se realiza, pues, por la acción del Espíritu Santo, que usa su Palabra para convencerlo de pecado y convertirlo a la fe. Luego la fe viene por la predicación, el oír, y por el estudio y lectura de la Santa Biblia (Romanos 10:17).

¿Por qué afirmamos que el agua simboliza también a la palabra de Dios?

Porque así lo afirman los apóstoles Pedro y Santiago:

Santiago 1:17,18 (Ver 1ª Pedro 1:23-25): “17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. 18 Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.”

Dios “nos hizo nacer por la palabra de verdad” (Santiago 1:18). Si la Palabra de Dios nos hace nacer a la fe, el agua es símbolo de esa Palabra y por eso lo usa Jesús.

Por otra parte, el agua, evidentemente también simboliza al bautismo, “porque somos sepultados juntamente con Cristo para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” (Romanos 6:4). Nacer del agua es, pues, un símbolo apropiadísimo para resucitar a vida nueva, lo que representa el nuevo nacimiento en Cristo (Véase además: Tito 3:5; Efesios 5:26; Hechos 22:16; 1ª Corintios 6:11; Hebreos 10:22; 1ª Pedro 3:20-21). El lavamiento en agua por el bautizo también simboliza el perdón de nuestros pecados.
 
Espero que te sirva de ayuda lo que te he escrito.

No obstante, estoy siempre a tu disposición, como ya sabes.

Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com

 

 

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Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com

 


Aportaciones de los lectores al Debate Teológico sobre la Salvación

Comentario exegético de Hebreos 6.4-6

 

Juan Alberto Rodriguez (Abel)

 

15-05-12

Hola Hermano Carlos, ¡Dios te bendiga!:

Espero que mi testimonio y mi edad no te hayan decepcionado algo. Me quedé pensando en ello hace días, pues veo en usted a un varón maduro en el SEÑOR y mucho más preparado que yo en la Palabra. Acá en México decimos: "Nos sentimos chiquitos".

Pues, bien, el propósito de mi carta, es sobre un comentario que hiciste en un debate teológico de la salvación. Me agradó mucho la elaboración y preparación en cuanto al tema de la seguridad de la salvación, pero lo que me descolocó un poco, fue tu conclusión al respecto:

No podemos asegurar tajantemente que el que ha nacido de nuevo no pueda perder jamás la salvación. Sin embargo, en mi modesta opinión, creo que el cristiano auténtico y fiel nunca, y por ninguna circunstancia, puede perder la salvación.

Como hemos visto, la Santa Biblia nos da una total seguridad y garantía de la salvación en Cristo, y con respecto a si este don preciosismo que Dios nos ha dado se puede perder, dejo a cada uno que medite en la Palabra y que luego obtenga sus propias conclusiones:( Extraido de la conclusión al “Debate Teológico sobre la Salvación” de 4-01-2010. Autor: Carlos Aracil Orts)

El pasaje a analizar:

Hebreos 6:4-6: “4 Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, 5 y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, 6 y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio.

El contexto histórico y cultural de la epístola a los Hebreos

He aquí algunos datos, procedentes de la Biblia de Estudio John MacArtuhr, Introducción a la Epístola a los Hebreos, pág. 1747-1749:

- Creyentes

- Incrédulos que estaban intelectualmente convencidos del evangelio

- Incrédulos que estaban atraídos por el evangelio y la Persona de Cristo, pero que no habían llegado a una convicción final acerca de Él

El contexto que antecede al pasaje de Hebreos 6.4-6

Hebreos 5:11-14: “Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”.

Hebreos 6:1-3: “Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. Y esto haremos, si Dios en verdad lo permite”.

Los pasajes de Hebreos 5.11-14 describen la situación de algunos hebreos que han sido atraídos al evangelio, pero no han tomado la convicción de crecer. Se les habló mucho acerca de Jesucristo, su presencia y profecías sobre su persona a lo largo de las Escrituras, se les predicó sobre su necesidad de salvación, y ni aun así pueden avanzar más allá de ese conocimiento inicial. Además, algunos eran tentados a regresar a los ritos de la Ley y su sistema de sacrificios. Recuerde que en esa época el NT todavía no había sido compilado en su totalidad, y para demostrar las doctrinas de la Gracia los apóstoles y discípulos exhortaban con las Escrituras del AT.

Lucas 24:44: “Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”.

2ª Timoteo 3:14-15: “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús”.

Hebreos 1:1-2: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, (2) en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo…”.

Por ello, el autor de Hebreos, bajo la inspiración del Espíritu Santo, escribió una epístola de contraste, la superioridad de Cristo sobre todo el sistema levítico y de sacrificios. Para con ello demostrar y profundizar aún más el misterio de Cristo y Su obra de redención.

Los hebreos, de este grupo que no habían madurado, eran tardos para oír, tardos para avanzar, estudiar y crecer en las verdades adicionales a los que el autor de la epístola quiere introducir, aludiendo, que después de tanto tiempo de escuchar las verdades del evangelio, debieran haber creído y ser maestros con las Escrituras a la mano acerca de las verdades fundamentales de Jesucristo y la Salvación. Pero aún eran niños, y los niños no disciernen lo que es bueno y lo que es malo, no refiriéndose en el aspecto de distinguir el bien y del mal, sino, según el contexto, de distinguir lo bueno que es Jesucristo, el camino por excelencia de la Gracia, y lo que es malo, la autosuficiencia del hombre y su rechazo a la persona de Jesucristo.

Juan 3:17-20: “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas”.

Y ahora, sobre Hebreos 6.1-3, el autor de la epístola escribe “Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección”… en primer lugar, “dejar”, no significa abandonar, sino que es una exhortación a avanzar en la fe y en las demás doctrinas de Jesucristo. En segundo lugar, los rudimentos de la doctrina de Cristo son:

En vista de los rudimentos de la doctrina de Cristo, todos ellos estaban basados en las Escrituras del AT. Es posible, que entre los hebreos a quienes se destina la epístola, haya habido fariseos; debido a la mención de la resurrección de los muertos y el juicio eterno.

El contexto del léxico griego de Hebreos 6.4-6

Seré franco con usted. Este pasaje es difícil de interpretar, y el único modo de hacerlo es dejando que la Palabra de Dios hable por sí misma. Considero, que el problema no es la versión original en griego, sino la traducción, pues, en el español, las palabras están limitadas, pero en el idioma griego, su vocabulario es mucho más amplio. Prevenido, para ambos, de esta dificultad, analicemos lo que dice en su versión original en griego sobre este pasaje.

Hebreos 6:4-12: “4 Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, 5 y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, 6 y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio.


Vamos a la versión en griego:

4 αδυνατον γαρ τους απαξ φωτισθεντας γευσαμενους τε της δωρεας της επουρανιου και μετοχους γενηθεντας πνευματος αγιου
5 και καλον γευσαμενους θεου ρημα δυναμεις τε μελλοντος αιωνος
6 και παραπεσοντας παλιν ανακαινιζειν εις μετανοιαν ανασταυρουντας εαυτοις τον υιον του θεου και παραδειγματιζοντας

Ahora, analicemos por palabra, el significado de cada una de ellas, refiriéndose primeramente a los hebreos, destinatarios de la epístola, y la aplicación práctica en el presente:

Fueron iluminados

En el griego textualmente dice: φωτισθεντας (G5461) “Habiendo sido iluminados”. La oración que le sigue es “De una vez por todas”.

Iluminados, Fotízo (G5441, viene de G5457): Emitir rayos, i.e. brillar o (transitivamente) iluminar (literalmente o figurativamente): iluminar, sacar a luz, aclarar, alumbrar, resplandor.

La iluminación, en este contexto, se refiere a la iluminación del evangelio. Es decir, sacar a luz las verdades y profecías sobre la Persona del Hijo de Dios que vendría al mundo para salvación de los pecadores, y esto, por medio de las Escrituras del AT.

Juan 1:9: “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”.

Efesios 1:18: “Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos”.

Pero conocimiento y entendimiento del evangelio no significa salvación. A lo largo del ministerio del SEÑOR Jesucristo en la tierra, miles de personas han sido expuestos a las verdades del evangelio. Pero pocos las han aceptado. Por ejemplo, cuando Jesús habló sobre la consistencia en comer su carne, y beber su sangre, que implica simbólicamente en creer en Él, muchos de sus discípulos le abandonaron.

Juan 6:60-69: “Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar. Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.

Otro ejemplo: Herodes Agripa. En el capítulo 26 de Hechos, el apóstol Pablo argumenta su defensa ante Herodes Agripa; a quien se le testifica su conversión y el evangelio.

Hechos 26:24-29: “Diciendo él estas cosas en su defensa, Festo a gran voz dijo: Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco. Mas él dijo: No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura. Pues el rey sabe estas cosas, delante de quien también hablo con toda confianza. Porque no pienso que ignora nada de esto; pues no se ha hecho esto en algún rincón. ¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees. Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano. Y Pablo dijo: ¡Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas!”

He ahí la diferencia, todos estos habían sido iluminados, pero no todos aceptaron las verdades del evangelio. Incluyendo a Herodes Agripa. En el caso de los hebreos, es igual. Algunos hebreos no convencidos entre los creyentes habían entendido las verdades fundamentales del evangelio y los rudimentos de la doctrina de Cristo, pero no avanzaron más allá por cuanto no habían creído todavía.

Como una aplicación en el presente, es igual: Muchos conocen el evangelio, lo entienden, lo asimilan, pero no creen.

Gustaron del don celestial

En el griego, la palabra “Gustar” dice: γευσαμενους (G1089) “Habiendo gustado”; la oración que le sigue es: “De la dádiva gratuita y celestial”.

Gustar, Geúomai (G1089): verbo primario probar, saborear; por implicación comer; figurativamente experimentar (bien o mal): comer, gustar, probar, sufrir.

Es decir, los hebreos probaron, experimentaron, saborearon el don celestial.

Ejemplos bíblicos:

Cristo gustó la muerte sólo por un momento, y no fue una experiencia continua ni permanente:

Hebreos 2:9: “Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos”.

Todos los hombres experimentan la bondad de Dios, pero no todos son salvos:

Mateo 5:45: “para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos”.

Hechos 17:25: “ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas”.

Ahora, ¿A qué se refiere a don celestial? Bueno, en general a todas las bendiciones que Dios nos da, en el contexto, bien pudo haber sido el ministerio de milagros, sanidades y liberaciones demoniacas.

Hebreos 2:2-4: “Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad”.

Este don celestial, en si es una dádiva gratuita que da el Padre, como en los pasajes que se citó anteriormente de Mateo 5.45, y Hechos 17.25.

Por ejemplo, el caso de los 10 leprosos:

Lucas 17:11-19: “Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado”.

Los diez leprosos eran sanados, pero sólo uno fue salvo.

En una aplicación presente, ¿Cuántos recibieron sanidades, milagros, liberaciones demoniacas, dentro de los lineamientos bíblicos, y fueron salvos? Incluso hasta pretextan que el origen de las sanidades y milagros provienen de los “santos” o de la “virgen María” de la iglesia católico-romana. Mas ¿Qué dice la Palabra de Dios?

Santiago 1:17: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación”.

Por tanto, recibir y experimentar el don espiritual, no significa que los hebreos sean salvos. Al menos no en ese punto de la epístola.

Fueron hechos partícipes del Espíritu Santo

En el griego la palabra “Participes” es μετοχους (G3353); la oración completa es “Habiendo llegado a ser participantes del Espíritu Santo”.

Partícipes, Métojos (G3353; de G3348): Participante, i.e. (como sustantivo) que tiene parte; por implicación asociado: compañero, participante, partícipe.

Esto posiblemente refiera a varios factores:

a) En el ministerio de milagros ejercido por el poder del Espíritu Santo.

Hebreos 2:2-4: “Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad”.

Además, no todos los que hacen milagros, sanidades y expulsión de demonios son salvos. He aquí la prueba escritural:

Mateo 7:21-23: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”.

No necesariamente son dones espirituales los que operan en los apostatas (como vemos hoy en día con los falsos apóstoles, falsos maestros, falsos profetas y falsos ungidos), pues, el pasaje anterior alude, más bien, a la autoridad del SEÑOR en Su nombre para ejercer tales señales como la sanidad y los milagros. Es una observación personal mía, que yo invito a escudriñar seriamente.

El PS. Miguel Rosell, de la Iglesia del Rey Jesucristo, Madrid, España; cuenta el siguiente breve testimonio en su libro La Seguridad de la Salvación, pag. 16:

“Yo conocí a un creyente que tenía el ministerio de echar fuera demonios de las personas, y lo hizo por años, ¡Los mismos que vivió en práctica de adulterio!”.

b) El ministerio de convicción del Espíritu Santo (Léase Juan 16.8), el cual puede ser resistido sin experimentar la salvación (Compárese Hechos 7.51).

Juan 16:8: “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio”.

Hechos 7:51: “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros”.

Aquí Esteban confronta a los fariseos que lo querían martirizar. Y ellos se resistieron a creer en el evangelio y las verdades sobre Jesucristo y la redención, rechazando la convicción de pecado en sus vidas. Ellos no creían no porque les faltaran pruebas de la legitimidad de Cristo como Hijo de Dios, sino que no lo quisieron recibir y le negaron. En otras palabras, no fue por duda sino por negación, con la cual resisten al ministerio de convicción del Espíritu Santo. Y Jesucristo lo reiteraba en varias ocasiones:

Juan 5:40:  “Y no queréis venir a mí para que tengáis vida”.

Juan 5:43: “Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis”.

Juan 5:47: “Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?”
Aquí sí es una referencia a los apóstatas, que rechazan deliberadamente a Jesucristo como SEÑOR y Salvador.

En el caso de los hebreos, ellos se congregaban y pudieran estudiar juntos las Escrituras, o habían sido testigos de operaciones de milagros y señales, hecho por manos de los apóstoles o evangelistas, pero eso no significa que todos eran salvos.

En la aplicación presente, en una congregación, todos participan de la alabanza, de la predicación de la Palabra, incluso de algunos milagros otorgados por gracia de Dios. Pero no todos son salvos. Ir a la iglesia, escuchar la Palabra, cantar alabanzas para el SEÑOR, no son evidencias de salvación.

Gustaron de la buena Palabra de Dios y de los poderes del siglo venidero

En el griego, la misma referencia a la de “gustaron el don celestial” la palabra “Gustar” dice: γευσαμενους (G1089) “Habiendo gustado”; la oración que le sigue es: “De la excelente declaración de Dios y de los poderes de la edad que están por venir”.

Gustar, Geúomai (G1089): verbo primario probar, saborear; por implicación comer; figurativamente experimentar (bien o mal): comer, gustar, probar, sufrir.

a) Gustaron de la Palabra de Dios.

Hemos visto por el contexto que antecede a Hebreos 6.4-6, es decir, Hebreos 5.11-4 y 6.1-3; que los destinatarios de esta epístola han escuchado y comprendido las verdades esenciales de la sana doctrina de Cristo; pero que no avanzaron más allá de ello, ni se han depositado su fe en Él.

b) Gustaron de los poderes del siglo venidero.

Anexo un comentario de William Barclay, de Su Comentario al Nuevo Testamento de William Barclay, versión para E-Sword:

“Los judíos creían que el tiempo se dividía en dos eras: la era presente (ho nyn aión), que era totalmente mala, y la era por venir (ho mellón aión), que sería totalmente buena. Algún día Dios intervendría; vendría una sacudida destructora, y el Día del Señor. Entonces terminaría esta era presente, y empezaría la era por venir. Pero el cristiano saborea ya, aquí y ahora, las bendiciones de la era por venir, del Reino de Dios. Aun en el tiempo prueba, saborea ya anticipadamente la eternidad”.

Además, el cristiano también espera la segunda venida de Cristo, su plena manifestación, la resurrección de los muertos y la vida eterna. Son promesas que gozamos de Dios.

Tomando en cuenta por contexto, los no convencidos por el evangelio también conocían estas promesas, las probaron, por una parte del conocimiento de las Escrituras del AT, y por la otra, las revelaciones que daba el Espíritu Santo por medio de los profetas durante la conformación del canon del NT.

Otra aplicación en el presente, es similar al punto anterior, hay quienes se congregan en las iglesias y disfrutan del mensaje del evangelio, pero no son convencidos. Disfrutan de las promesas de Dios, pero no son depositarios de ellas. Pero tener disfrutar de la predicación de la Palabra o tener conocimiento de las Promesas de Dios para los que creen, no significa que sean salvos.

Y recayeron

En el griego, la palabra “recayeron” es παραπεσοντας (G3895) y se traduce como “habiendo caído al lado de”.

Parapípto (G3895, de G3844 y G4098): caer al lado, i.e. (figurativamente) apostatar: recaer.

John MacArtuhr comenta sobre este versículo en su Biblia de Estudio, pág. 1759 que este término griego solo ocurre aquí en el NT. En la LXX (La versión griega del AT) se empleó para traducir términos relacionados con la apostasía e infidelidad extremas, por ejemplo:
Eze 14:13 “Si un país peca contra mí y me es infiel, yo levantaré la mano para castigarlo y le quitaré sus provisiones de alimento; enviaré hambre sobre él, y haré que mueran hombres y animales” (Versión DHH).

Ezequiel 18:24: “Pero si el justo deja de actuar rectamente, y hace todo lo malo y detestable que hace el malvado, ¿piensan ustedes que habrá de seguir viviendo? yo no volveré a acordarme de todo lo bueno que haya hecho: morirá por culpa de su infidelidad y de sus pecados” (Versión DHH).

Ezequiel 20:27: “Y tú, hombre, diles a los israelitas: 'Esto dice el Señor: También los padres de ustedes me han ofendido; me han sido infieles” (Versión DHH).

Recaer, como dicta su significado primario, “cayendo de lado de…”, es una referencia a que un pecador sale del camino para encontrarse con Jesucristo. Es una referencia a la parábola del sembrador:

Mateo 13:19: “Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino”.

Juan 14:6: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.

Esta palabra, recaer, también tiene el sentido de apostatar, de no volverse a Dios, de caer y no levantarse nunca. Es mucha diferencia con el verdadero cristiano, ya que a éste lo guarda el SEÑOR:

Proverbios 24:16: “Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; más los impíos caerán en el mal”.

Judas  24 y 25:Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén”.

Ya hemos mencionado que el que hace lo malo, rechaza la luz de Cristo para que sus obras no sean reprendidas.

En el caso de los hebreos, algunos querían retornar al sistema levítico y todas sus prácticas, por causa de la persecución; sin considerar las consecuencias de rechazar la Gracia de Dios manifestada en Cristo Jesús para redención y justificación. Eso es lo que se llama caer de la Gracia (Gálatas 5.4), no que la hayan perdido (o en el tema que nos ocupa: la salvación), sino que se volvieron de ella para justificarse por medio de las obras sin Jesucristo.

Gálatas 2:21: “No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo”.

Si estos hebreos se apartaran definitivamente de Cristo, es evidencia de que nunca fueron de Él.

Sean renovados otra vez para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio

La palabra griega “renovados” es ανακαινιζειν G340: se traduce “Estar renovando” y la oración siguiente es: “Un cambio de disposición mental hacia a dentro; empalando otra vez ellos mismos al Hijo de Dios y exhibiéndolo públicamente”.

Renovados, Anakainízo (G340, de G303 y un derivado de G2537): de restaurar: renovar.
Ser renovado, es distinto de ser regenerado o nacido de nuevo. Este término no implica una fase de la salvación.

Según un diccionario digital, restaurar es: “Volver de una cosa al estado o circunstancia en que se encontraba antes”.

Es decir, se podría dar a entender, que los que rechazan a Cristo definitivamente, no pueden volver a estar dispuestos a cambiar mental e interiormente a causa de Él; en otras palabras, no estarán dispuestos al arrepentimiento.

La idea aquí es que habiendo conocido todas las evidencias a favor de la Persona de Cristo, y la rechazaron para no volverse a Él, tomándose esto como un grave pecado de apostasía y que no tienen ninguna posibilidad de arrepentimiento o alcanzar perdón. Con esta actitud de infidelidad están declarando ineficaz la obra de Jesucristo en la cruz y, por lo tanto, se obstinan en ser todavía enemigos de Dios y de Cristo.

Romanos 5:10: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida”.

Filipenses 3:18-19: “Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición”.

Colosenses 1:21: “Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras”.

Hebreos 10:26-29: “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?”.

En un brevísimo comentario de este último pasaje bíblico, el “santificado” no es el apóstata, sino Cristo. Ahora, este versículo aclara que Dios castigará a los enemigos de la Cruz de Cristo (los adversarios de Hebreos 10.26-29), por cuanto no han obedecido al evangelio.

Juan 3:18: “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”.

Estos enemigos o apóstatas han hechos afrenta al “Espíritu de Gracia”, que es el Espíritu Santo, resistiendo su ministerio de convicción de pecado.

En el caso de los hebreos, esta es una advertencia sobre apostatar de Jesucristo, la cual si se volvían de Él, con todo el conocimiento pleno de Su Persona y Obra redentora en la cruz del Calvario, y con todas las experiencias espirituales que pudieron haber participado, y rechazan a Cristo deliberadamente como conclusión de que no es necesario aceptar Su Señorío y Salvación, no hay modo de que tengan esperanza de que sean salvos, por cuanto no han querido arrepentirse.

Como aplicación en el presente, ¿A cuántos no hemos conocido gente que conocen todo la verdad del evangelio y niegan el don de la salvación? ¿Cuántas veces hemos predicado a parientes y amigos y todavía no se arrojan a los pies de Cristo porque están cerrados deliberadamente al evangelio? ¿Cuántos de ellos pretextan: “Yo tengo mi religión”, “Yo tengo a mi virgencita”, “Yo creo en Dios y con eso basta” o “Los Testigos de Jehová es la única organización que salva”? ¿No hemos conocido personas así? Y aun así es nuestro deber predicar el evangelio:

Marcos 16:15: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”.

1 Corintios 9:16: “Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!”

Sé de una historia real sobre una joven que originalmente se congregaba en una iglesia de judaizantes, haciéndose llamar “mesiánicos”. Pero, un tiempo después, desertó de esa iglesia. Un amigo mío y compañero en la defensa de la fe y del evangelio, le predicaba y le exhortaba a esta chica, y con paciencia y mansedumbre le señalaba las verdades escriturales del SEÑOR en Su Palabra. Hasta hace poco me enteré que volvió a congregarse, pero en esta ocasión, con un grupo de colonos judíos. Estos, como los fariseos del tiempo de Jesucristo, le enseñaron que ellos conocían al verdadero Dios de las Escrituras, y que Jesucristo y el cristianismo son una invención de los hombres, y que las Escrituras del NT son modificaciones hechas por los apóstoles. Mi amigo, al enterarse de ello por vía Facebook, sintió tristeza en su corazón (igual yo al enterarme de este asunto). Él le recomendó que leyera la Biblia personalmente, escudriñándola, tratar de entender lo que significa el Nuevo Pacto, las Doctrinas de la Gracia, revisar si Jesucristo cumplió con las señales que acompañarían al Mesías, y orar mucho al SEÑOR en busca de Gracia y entendimiento. Dios tenga misericordia.

El contexto que sucede al pasaje de Hebreos 6.4-6

Hebreos 6:7-9: “Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios; pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada. Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así”.

La metáfora de la lluvia que cae sobre la hierba

Esta metáfora tiene la misma connotación que la Parábola del sembrador. Cuando Jesús explica lo que significa las cuatro semillas que cayeron.

Mateo 13:3-9: “Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga”.

Mateo 13:18-23: “Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Más el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno”.

Sólo el que escuchó la Palabra (el evangelio) da fruto. Los otros tres, el de junto al camino, el de pedregales y el de entre espinos, no dieron ningún fruto.

Ahora, volviendo a Hebreos 6.7-8, recapitulando lo que hemos revisado sobre Hebreos 6.4-6; ambas “hierbas” recibieron la lluvia. En una analogía, ambos grupos, creyentes e incrédulos, recibieron la “lluvia” (las bendiciones de Dios): la Palabra de Dios, el mensaje de salvación, los milagros, señales y maravillas; pero sólo los que creyeron en la Palabra del evangelio produjeron “hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios”. Esto es fruto. Pero los que no creyeron, son la hierba “que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada”. Estos no dieron fruto y su fin es la condenación.

Los amados que pertenecen a la salvación

Como última revisión, anexo el comentario de Jamieson-Fausset-Brown, para versión E-Sword, sobre Hebreos 6.9:

“Dicho a propósito aquí; el AMOR hacia vosotros me impele a las fuertes amonestaciones que acabo de hacer, no porque abrigue pensamientos desfavorables hacia vosotros; al contrario, espero de vosotros “mejores cosas”; Griego, “las cosas que son mejores”; que no lleváis espinos en vez de frutos, ni estáis cercanos de maldición, ni prontos a ser abrasados, sino que sois herederos de la salvación de acuerdo con la fidelidad de Dios (v. 10)”.

Estos “amados” se refieren a los inmaduros que no han crecido espiritualmente de Hebreos 5.11-14. Esto indica, que todo lo referente a Hebreos 6.4-6, fue una advertencia en contra de la apostasía, describiendo gráficamente la actitud de infidelidad que estos no regenerados actúan contra Jesucristo. Por ende, el autor de la Epístola a los hebreos, está convencido y seguro de que estos “amados” son para salvación, pues, a pesar de ser tentados a volver a los rudimentos de la Ley, son exhortados a no hacerlo porque tienen toda la evidencia de ser de Cristo. Y la seguridad de que estos hebreos sean ordenados para vida eterna proviene de la evidencia de sus obras como evidencia de la salvación y del nuevo nacimiento.

Hebreos 6:10: “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.”

En conclusión: ¿cómo debe entenderse hebreos 6.4-6?

Podríamos explicar así:

Los hebreos, han sido enseñados en la doctrinas de Cristo, y están siendo tentados a abandonar la fe en Él, regresando al sistema levítico, por causa de la persecución de Tito Vespasiano. Pero se les exhorta a no claudicar, sino perseverar, por cuanto ellos evidenciaron su fe por medio de los frutos y de las obras. El autor de la epístola, explica que los apóstatas, también son enseñados, experimentan las bendiciones de Dios, algunos fueron sanados, les han liberado de demonios o recibieron algún milagro, participan en la congregación escuchando las enseñanzas de la Palabra de Dios, les agradan las promesas respecto al mundo venidero cuando regrese el SEÑOR Jesucristo; pero ellos aún persisten en ser enemigos de Él, negando su obra redentora, desechándolo Su Señorío, no queriendo arrepentirse de sus pecados ni de su modo corrupto de vivir y no produciendo frutos ni buenas obras que evidencie su fe.

Juan Alberto Rodriguez (Abel)

 


Nueva Aportación al Debate Teológico sobre la Salvación

¿Cuál es la voluntad de Dios respecto de la salvación?

 23-05-12

 

Juan Alberto Rodriguez (Abel)

 

1. Introducción

¿La salvación se pierde? Es una pregunta, una sola, pero por cuya respuesta han debatido entre sí los evangélicos durante varios siglos en muchas discusiones; en especial, desde el periodo de la Reforma Protestante. Estas controversias son muy comunes dentro de los círculos arminianos versus calvinistas y viceversa. Pero, francamente, no me ocuparé quién tuvo la razón, Jacobo Arminio o Juan Calvino, respecto a sus posturas doctrinales; sino de lo que la Palabra de Dios [dice] con respecto de la salvación.

¿Es voluntad de Dios qué se pierda alguno de los que creen en Jesucristo como SEÑOR y Salvador? Veamos lo que dicen al respecto las Escrituras:

Juan 6:37-40: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.

Para Dios es un asunto cerrado en la eternidad. Todo aquel que el Padre da al Hijo, tiene promesa segura de ser resucitado, por cuanto ha sido elegido, convertido, concedido la fe, regenerado, justificado, santificado, y al final, es Dios quien tiene como meta que el creyente sea resucitado en el día postrero con cuerpos glorificados. 

2. La dádiva del Padre para el Hijo

Juan 6:37: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera”.

¿Cuál es el sentido de la palabra “dar” en este texto bíblico? He aquí el significado de un diccionario especializado del griego-español:

Diccionario Stuggy: “En el N.T. Tiene muchos usos y hay que tomar su sentido del contexto. Dar, donar, entregar, pagar, ofrecer, presentar, transmitir, permitir, designar, producir”.

Es decir, El Padre confió a Jesucristo algo que es de Su pertenencia, ofreciéndolo como un regalo.  Ahora ¿Quiénes son la dádiva del Padre para el Hijo? Aquellos quienes han sido ordenados para vida eterna.

Juan 17:6-8: “He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste”.

El apóstol Juan confirma cuál es el contenido de la Palabra que habían guardado aquellos que son la dádiva del Padre para el Hijo:

Juan 5:24: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, más ha pasado de muerte a vida”.

Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”.

Aquellos a quienes se les han concedido creer en Cristo Jesús para salvación, son la dádiva del Padre al Hijo. Más adelante, el SEÑOR Jesucristo lo reitera:

Juan 6:44: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero”.

Fíjese lo que significa la palabra “trajere” en el original griego, según el Diccionario STRONG:

“Atrajere”, jelcúoo (ἕλκω) jélco (G1670, probablemente semejante a G138): Arrastrar (literalmente o figurativamente): Arrastrar, atraer, sacar, traer. Compare G1667.

Prácticamente, el Padre es quien arrastra al pecador delante de Jesucristo para que crea y tenga vida eterna. Y somos la dádiva para Cristo por el único motivo de que somos amados por el Padre:

Juan 16:27: “Pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios”.

La conclusión a lo que hemos expuesto hasta aquí: Desde nuestro posicionamiento humano somos dados a Cristo como un don porque amamos a Su Hijo y hemos creído.

Romanos 8:38-39: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.

3. La voluntad del Padre

Juan 6:39-40: “Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.

La voluntad del Padre tiene dos propósitos:

En primer lugar, todo aquel que forma parte de la dádiva del Padre para Su Hijo, recibe vida eterna. Por ello es importante recalcar: ¿A qué nos referimos con “perder”?

Diccionario Strong: “Perder, apólumi, ἀπόλλυμι (G622 de G575 y la base de G3639): destruir completamente (reflexivamente perecer, o perder), literalmente o figurativamente: Destruir, matar, morir, perder, perdido, perecedero, perecer. En el caso de Juan 3: 16; en voz media: Sucumbir, perecer, desaparecer, morir, desvanecerse; de la pérdida de la vida eterna y de la pérdida de bienestar en el caso de los perdidos en el más allá”.

Los que son guardados por Dios no mueren eternamente, no son sucumbidos por la muerte, sino que disfrutan de la vida eterna porque ahora son de Cristo. Ellos disfrutan aún el bienestar y las promesas tanto en la permanencia de la tierra como  en el cielo.
Y… ¿Judas?

Juan 17:12: “Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese”.

Si toma en cuenta este detalle, el hijo de perdición, es Judas Iscariote, el que entregó al SEÑOR Jesucristo por treinta monedas de plata. Como hemos comprobar en el texto anterior de Juan 17:12, Judas nunca fue dado por el Padre al Hijo, ni por tanto, guardado ¿Por qué razón? Por qué él no amó al Dios Vivo ni a Su Hijo Unigénito. Él se condenó al no creer en Jesucristo:

Juan 3:18-20: “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas”.

Por lo tanto, nunca fue salvo.

En segundo lugar, todo aquel que es dado por el Padre, será resucitado en el día postrero. Para comprender más este punto, analicemos otro texto:

Romanos 8:28-30: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó”.

 Anexo un brevísimo y excelente comentario de la Organización Gotquestions, “Si nuestra salvación es eternamente segura, ¿Por qué la Biblia advierte severamente contra la apostasía?”:

“Romanos 8:29-30 traza la “Cadena Dorada” de salvación, al señalar que aquellos que fueron conocidos desde antes por Dios, fueron predestinados, llamados, justificados, y glorificados—no hay ningún eslabón suelto a lo largo del camino”.

En resumen, analizamos este proceso de la salvación:

Esto es, en forma resumida, el plan de salvación determinado por el Padre desde de la fundación del mundo respecto a sus escogidos para salvación.

2ª Tesalonicenses 2:13-4: “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo”.

¡Es un hecho consumado para Él en la eternidad!

4. La obediencia de Jesucristo

Juan 6:38: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”.

¿Cumplió siempre Jesucristo la voluntad del Padre? ¡Por supuesto que sí! Revisemos la Escritura:

Juan 5:19: “Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente”.

Filipenses 2:5-8: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.

Jesucristo siempre fue perfecto en obediencia mientras estuvo en la Tierra, y lo es aún durante Su Reino milenial, que es un evento futuro:

1ª Corintios 15:24-28: “Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos”.

Anexo una nota aclaratoria para evitar conflictos contextuales o doctrinales, basado en el librito “¿CREEN LOS CRISTIANOS EN TRES DIOSES?”; de Herb Vander Lugt, Serie Tiempo de Buscar; Ministerios RBC; Pág. 26-27:

“En este pasaje, Pablo nos dice que vendrá el tiempo en que Jesús habrá terminado Su obra como Mesías y Mediador. Mientras estuvo aquí en la tierra cumplió la ley por nosotros, pagó el precio de nuestro pecado y quebrantó el poder de la muerte. Hoy, es la cabeza de la Iglesia. En algún momento en el futuro, llevará a Su Iglesia al cielo en el arrebatamiento (1 Tesalonicenses 4:13-18). Luego, regresará a la tierra a gobernar, tal como lo describen muchos de los pasajes del Antiguo Testamento (Isaías 2:1-4; 11:19; Jeremías 23:5,6). Después de Su reinado de mil años, terminará con la última de las rebeliones (Apocalipsis 20:7-19), castigará el pecado con el fuego, y creará nuevos cielos y nueva tierra (2 Pedro 3:10; Apocalipsis 21-22). Pablo declaró en aquel tiempo que Jesucristo, como Dios-hombre mediador, dejará Su lugar en el centro del escenario, se sujetará a Dios el Padre, y ocupará de nuevo Su lugar original dentro de la Trinidad, como antes de la encarnación. La única diferencia será que retendrá, por toda la eternidad, Su humanidad glorificada”.

Comento sobre la obediencia de Jesús hacia al Padre, porque si Él siempre ha hecho Su voluntad, ¿Cuánto más que cumplirá la expresa voluntad de que todo aquel que es dado a Jesús por parte del Padre no sea perdido? ¿Cree usted que Jesús permitirá que usted pierda la salvación de su alma y todas las bendiciones espirituales que esto conlleva? ¡De ninguna manera!

5. Conclusión: La voluntad del Padre, un decreto irreversible

¿Quién puede frustrar los designios del SEÑOR? Nadie. Eso es imposible para el ser humano. Lo que Él decreta, se hace sin miramiento alguno:

Isaías 55:8-11: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”.

Romanos 9:19bPorque ¿quién ha resistido a su voluntad?”

Si el Padre determinó, conforme a Su voluntad, salvar al pecador por gracia y a través de la fe en Jesucristo, y que sea resucitado en el día postrero en Su venida ¿Quién puede oponérsele de que el cristiano sea guardado dentro de Sus propósitos? Es una voluntad determinada e irrevocable de Dios. Y nadie lo puede frustrar.

Romanos 9:15-16: “Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia”.

Romanos 11:33-36: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén”.

 

¡A Él sea la Gloria!

¡Dios los bendiga!

Hno. Juan Alberto Rodríguez
Mayo 2012

 

 


Carlos Aracil Orts
www.amistadencristo.com

 

 

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Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com

 

 

 

 

 

*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

**En la sección "Sobre la Ley de Dios" de esta Web, se encuentra también el estudio citado que se relaciona con el tema tratado en el presente artículo.

 

 

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